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PANTALLAS PARA SU AURÍCULAM

Aida Vergne habla de la evolución de la palabra oreja.

2 de agosto de 2015 - 1:00 AM

Las opiniones expresadas en este artículo son únicamente del autor y no reflejan las opiniones y creencias de El Nuevo Día o sus afiliados.

Esta es otra evolución mega interesante. De aurículam a oreja. Si las mira así, una al lado de la otra no hay pista para sospechar que de aurículam deriva oreja. Y es que esta latinita atravesó por varios procesos fonéticos que dejan a Harry Potter chiquitito. Empecemos: la m final desaparece, como en casi todas las palabras latinas, y nos deja aurícula. Y resulta que las vocales au se convirtieron en o, como en taurus > toro y también aurus > oro. ¿Lo ve? Pues en nuestro caso fue de aurícula a orícula. Pero la cosa no acaba aquí. La vocal í acentuada se convierte en una linda e, para producir orécula y, como le expliqué ayer, la vocal inacentuada interior u desaparece por innecesaria, para dejarnos con orecla. Hasta aquí todos atentos y aturdidos (le juro que si tuviera una pizarra, todo sería más divertido y claro). Pero no se ocupe que ya mismo llegamos a su oreja. Seguimos. Si se fija, al igual que ayer, hoy también tenemos dos consonantes agrupadas: la -cl-. Pues resulta que esas consonantes agrupadas conforman una poderosa YOD que produce de cl > ll > j. Es decir, de orecla pasa a orella para terminar en oreja. La evolución completa fue aurículam > aurícula > orícula > orécula > orecla > orella > oreja. ¿Ni pizca de parecido, verdad?

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