Esta es otra evolución mega interesante. De aurículam a oreja. Si las mira así, una al lado de la otra no hay pista para sospechar que de aurículam deriva oreja. Y es que esta latinita atravesó por varios procesos fonéticos que dejan a Harry Potter chiquitito. Empecemos: la m final desaparece, como en casi todas las palabras latinas, y nos deja aurícula. Y resulta que las vocales au se convirtieron en o, como en taurus > toro y también aurus > oro. ¿Lo ve? Pues en nuestro caso fue de aurícula a orícula. Pero la cosa no acaba aquí. La vocal í acentuada se convierte en una linda e, para producir orécula y, como le expliqué ayer, la vocal inacentuada interior u desaparece por innecesaria, para dejarnos con orecla. Hasta aquí todos atentos y aturdidos (le juro que si tuviera una pizarra, todo sería más divertido y claro). Pero no se ocupe que ya mismo llegamos a su oreja. Seguimos. Si se fija, al igual que ayer, hoy también tenemos dos consonantes agrupadas: la -cl-. Pues resulta que esas consonantes agrupadas conforman una poderosa YOD que produce de cl > ll > j. Es decir, de orecla pasa a orella para terminar en oreja. La evolución completa fue aurículam > aurícula > orícula > orécula > orecla > orella > oreja. ¿Ni pizca de parecido, verdad?
Se adhiere a los criterios de The Trust Project