

Ese año, un invicto gallo de pelea que entró a un tribunal en Ponce parecía robarle protagonismo a la promesa que lanzaba el congresista Víctor Anfuso de radicar un proyecto de estadidad para Puerto Rico. Corría el año 1959, y ni siquiera la portada del periódico El Mundo disimulaba el desparpajo ante aquel sujeto que entró al tribunal, con gallo en mano, e interrumpió al juez para que buscara otro gallo y retara al suyo, invicto hacía meses. “Busco un gallo para este”, dijo el sujeto antes de ser arrestado. Mientras que arriba y en letras enormes el congresista de Nueva York juraba, con prisa electorera, que tendría el proyecto listo “en una semana más o menos”, abajo y en letras más pequeñas un gallo casi se burlaba de la moción de júbilo que el Senado de Puerto Rico aprobó por la recién anexión de Hawái como quincuagésimo estado. Por más inconexas que sean ambas noticias en portada –la del gallo invicto y la del congresista pedigüeño- es casi innegable que los dos titulares están unidos por un cacareo cósmico que venimos arrastrando hace sesenta y pico de años.
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