No hay naiden que no la haya oído antes; naiden. La linda y afrancesada naiden sigue robusta por ahí. Se oye tierra adentro y también en la ciudad, en boca de grandes y chicos. Claro está, si usted vive en un burbuja muy poco. No obstante, es bueno que se entere de la feliz convivencia de naiden con nadie. Lamentablemente los hablantes que usan esa forma que se aparta de la “norma culta” son juzgados de forma negativa (algo absurdo, como hemos repetido miles de veces). ¿Y cuál es el rollo con naiden? Ninguno. Naiden revela dos procesos fonéticos muy productivos en español: la paragoge (adición de un sonido al final de una palabra) y la metátesis (el intercambio de sonidos dentro de una palabra). Hay más. Algunos estudiosos sugieren que esa -n final de naiden surge por analogía con la -n final de su antónimo alguien. De manera que si llega alguien, tan pronto se marche no quedará naiden. ¿Interesante no? Si se fija bien en naiden, verá que, además de añadir una n final, hubo un cambio de lugar de ciertos sonidos (específicamente la i y la e). Esta metátesis puede ser desencadenada por eufonía. En nuestro caso, es el sonido /i/ el que cambia de puesto produciendo una metátesis de larga distancia. Quizás esa /i/ de /ie/, es un segmento inestable por ser sílaba átona, o inacentuada. O tal vez el hablante la cambia de posición, a un lugar donde sea más sencilla su articulación, produciendo así belleza, aunque algunos la encuentren fea. ¡Para mí es bonita! ¡Preciosa y curiosa!profabocadillos@gmail.com
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