

Es cruda mezquindad política de ponerse a rebuscar títulos de propiedad a ver cuándo se vendió una casa para, por vía de tecnicismo, impugnar el domicilio de un gobernador forzado a renunciar e irse de la isla bajo presión de muchedumbre agitada a lincharlo. Como de igual manera, utilizar el tribunal para disputarle su determinación domiciliaria en la casa del suegro e invalidar su elección por nominación directa o “write-in” en la que, por primera vez en la historia, nuestro pueblo decidió en las urnas escribiendo su nombre papeleta sobre papeleta. Hábilmente el tribunal de apelaciones acaba de así juzgarlo y la sentencia del tribunal de primera instancia que acogió la mezquindad política, quedó anulada.
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