¡Ajá! ¿De nuevo por aquí? ¡Qué alegría! ¡Continuamos con esta miniserie lingüística-gastronómica. Ayer almorzamos juntos tempranito y hoy, le voy a dar su merecido: la merienda. Esta linda palabrita está emparentada con otras muy parecidas como merecer, mérito, e incluso “tener o dar su merecido”. Pero merendemos primero... Merendar y merienda, nos cuenta Covarrubias, era lo que se comía a mediodía (nuestro almuerzo moderno). La merienda, era poquita, con el fin de dejarle espacio a la cena. Más aún, aquella merienda “cuasi meridiana”, o antes "cuasi merenda”, se daba, explica Covarrubias, DESPUÉS DE HABER TRABAJADO, cuando ya se merecía. ¿Se imagina? En fin, que merienda nos llega del latín merenda y, de acuerdo con Corominas y Pascual, esta voz pertenecía a la lengua ¡militar! La merienda era la comida que se le daba a los soldados, a mediodía. Hoy día la ponemos en la lonchera, ya sea para la escuela o el trabajo, junto con el almuerzo de las 12, que lo único que tienen de liviano es el plato de cartón. En fin, aquella merienda original había que ganársela y solo entonces, se merecía. Hoy en día todo el mundo merienda, por ley, merecida o no. ¿Se imagina regresar a los tiempos de la meritocracia? ¿Cuántos se quedarían hoy sin merendar?
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