Cálmese que no lo voy a torturar (espero). Mire, -tor y -tura son dos sufijos latinos que viven tal cual en el español actual, e incluso son muy útiles para la formación de nuevas palabras. Sin embargo, Menéndez nos dice que -tro, que fue un sufijo latino, llegó al español sin esa encomienda. ¿Ejemplo? Rostro. Ese tro de ros-tro, o bien de ras-tro, nada compone, es decir, no carga consigo significado o información para el oyente. Pero regresando a -tor y -tura, algunos (son muchos) de esos latinismos españoles aparecen en época temprana y crearon sustantivos de bases verbales (antes del año 1300 de acuerdo con Pharies). Tenemos pues cintura (originalmente de ceñir), criatura (de criar), escritura (de escribir), pintura (de pintar)... Estos sufijos también manifiestan o nos remiten al sentido de “oficios y dignidades” como lo son pintor, horticultor, escultor, sindicatura, prelatura, y la muy codiciada candidatura que, cada cuatro años, a todos nos tortura. ¿Tortura? Sí, también tiene el sufijo -tura (su base verbal es torcer). Tortura es pariente de palabras tormentosas como tormenta y tormento, que es el sabor que dejan las candidaturas de políticos que rayan en la caricatura. Y nada, que -tor y -tura son sufijos muy productivos, para bien o para mal. Por eso, hay que andarse con cuidado, no vaya a ser que con tanta tortura termine uno en la sepultura.
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