Puertorriqueño, ¡nos llegó la hora de mirarnos por dentro! Nuestra honra no puede quedar definida por la conducta de nuestra clase política, escribe Orlando Parga
Puertorriqueño, ¡nos llegó la hora de mirarnos por dentro! Nuestra honra no puede quedar definida por la conducta de nuestra clase política, escribe Orlando Parga
Sal a la herida y oxígeno al incendio. Las acusaciones federales a la exgobernadora Wanda Vázquez – la segunda vez que tal mugre penetra la más alta figura pública de nuestro gobierno – parecerían convalidar la xenofobia que el extremista dirige en contra de nuestro pueblo. Donald Trump intentó justificar la apática respuesta de su gobierno a la crisis de María con la infamia de que los puertorriqueños somos “incompetentes” y “corruptos”. Esa “macacoa” de la corrupción pica y se extiende. El otro día anduvo por ahí Domingo García acusando a nuestro principal partido político de ser entidad corrupta como excusa para pedir a un tribunal de Texas paralizar la asamblea de LULAC convocada en nuestra Isla. Trágicamente, luce que nuestros actos facilitan el cuchillo que nos apuñala.
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