En La Fortaleza bajo Ricardo Rosselló no se tenían controles administrativos eficaces para evitar el robo o la “pérdida” de propiedad pública, o, si los tenían por escrito, no los ejecutaban en la práctica, escribe Hiram Sánchez
En La Fortaleza bajo Ricardo Rosselló no se tenían controles administrativos eficaces para evitar el robo o la “pérdida” de propiedad pública, o, si los tenían por escrito, no los ejecutaban en la práctica, escribe Hiram Sánchez
He sido funcionario en dos de los tres Poderes de Gobierno: el Ejecutivo y el Judicial. Primero, cuando llegué a laborar al Tribunal Supremo de Puerto Rico, el encargado de la propiedad me hizo firmar un documento en que estaban listados los equipos y libros que estarían a mi cargo: escritorios, maquinillas, libreros, libros. Días antes de irme a La Fortaleza, el encargado de la propiedad hizo un inventario de lo que se me había entregado al llegar y notó que faltaba un libro. Lo busqué como aguja y no apareció. Recuerdo que, antes de irme, tuve que hacerle un cheque al Secretario de Hacienda por el importe del libro. Meses después, organizando mi biblioteca personal en mi hogar, apareció entre mis libros y lo devolví.
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