

Hubo un tiempo, hace ya bastante, en el que el gobierno de Puerto Rico tenía un plan de país para sacar de la pobreza a la mayoría de la población y existía una ética del servicio público en la que ocupar una posición en la estructura administrativa y legislativa se consideraba un honor. Soy producto de la escuela pública de aquellos tiempos. Esos políticos de la década del cuarenta y de las dos siguientes, aunque podamos diferir de sus ideologías y hacia dónde encaminaron al país, eran buenas personas con buenas intenciones.
Te invitamos a descargar cualquiera de estos navegadores para ver nuestras noticias: