Diego Alcalá
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Yo soy el abogado del Joker

Durante el pasado año, muchos tuvieron la oportunidad de entretenerse con la interpretación artística de “nuestro” Joaquín Phoenix en su rol del Joker, por el cual se espera que gane un Oscar. Por más de dos horas, el sangriento desenlace del personaje nos cautiva, nos aterroriza y nos somete a una incomodidad palpable. Para muchos, todo esto es temporero, ya que es una película. Pero como criminalista, para mí el Joker no es solo una película. 

El Joker es una perfecta manifestación de muchos de los problemas que diariamente veo en el sistema de justicia criminal. En el Joker, se explora el rol del gobierno y su efecto en el deterioro del personaje. Tengo clientes que, como el Joker, tienen como su más temprano recuerdo el severo abuso cometido por aquellos responsables por su cuidado y amor. Y al igual que en la película, aquellos que cometieron estos actos bárbaros sufren de múltiples problemas de salud mental no atendidos. Tengo clientes que no pueden atender su salud física y/o mental, porque el gobierno ha eliminado los programas diseñados para atenderlos. 

En el bien de la austeridad, cada programa está en peligro, porque somos un país que cumple con sus obligaciones financieras (con los buitres de la deuda), aunque eso acabe con los servicios necesarios para la salud y bienestar del país. Mis clientes no consiguen estabilidad mental, por lo que se les dificulta poder obtener una educación adecuada y como resultado, se les imposibilita cualquier prospecto de empleo. Para ellos no hay camino a una vida digna.   

Pero la incomodidad que realmente permea en el Joker es el efecto de la desigualdad social de Gotham. Puerto Rico tiene el segundo nivel más alto de desigualdad social en las Américas. Hoy, tenemos miles de ciudadanos viviendo en terror, en condiciones infrahumanas, en pura miseria. En menos de un año, 60 confinados han fallecido mientras son custodiados por el Estado. Pero según nuestra gobernadora, todos en el sur están contentos. Y la Junta continúa recortando el presupuesto de servicios públicos a expensas de las pensiones de nuestros viejos y de la educación de nuestro futuro. Muchos han aprovechado este tiempo para condenar a los que rompieron adoquines y cristales, grafittearon paredes y vandalizaron una guagua. Pero son tímidos para vociferar su indignación cuando el Estado es el que comete la violencia.   

No sé si es cinismo o frustración, pero veo muy poca diferencia entre lo que vivimos aquí con el Gotham del Joker. No me sorprendería que en los próximos años me toque representar a muchos más “Jokers” que los que ya me han tocado. Pensarlo nada más me llena de tristeza. Me aterra porque ellos y ellas son el reflejo de lo que estamos viviendo en nuestra tierra.   

Pero termino con una nota optimista. Como yo, hay muchos que se esfuerzan para hacer un mejor Puerto Rico. Yo trabajo por una reforma de justicia criminal que tenga como norte la formación de una sociedad más segura, menos desigual, y con mayor oportunidad.  


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