

Cuando hablamos de salud pública en Puerto Rico, hay una historia que merece ser contada con orgullo: la de la vacunación. A lo largo de los últimos años, y gracias a un esfuerzo colectivo y multisectorial, nuestro país se ha convertido en ejemplo de cómo la colaboración entre el Gobierno, el sector privado, las organizaciones comunitarias, la academia y la ciudadanía puede transformar realidades y salvar vidas.
Puerto Rico cuenta hoy con un sistema de acceso a vacunas sólido que integra a farmacias, hospitales, clínicas comunitarias y proveedores independientes. Esta red mixta de servicios garantiza que la vacunación sea una opción accesible a lo largo y ancho de la isla.
Nuestros niños disfrutan de una de las coberturas de vacunación más altas en la nación americana. Este logro es fruto de la constancia en la educación, del compromiso de los pediatras, las enfermeras escolares y las familias, y de la existencia de programas de vacunación pública.
Aunque históricamente más rezagada, la vacunación en adultos ha ganado terreno. Campañas dirigidas a la influenza, la neumonía, el Tdap, el COVID-19 y, recientemente, el virus sincitial respiratorio han creado una cultura de prevención más fuerte entre los mayores de 19 años, especialmente gracias a la inclusión de esta población en el Plan Vital.
Puerto Rico se encuentra entre los primeros estados y territorios de la nación con mayores niveles de vacunación contra el VPH. Este logro se traduce en prevención directa de cáncer cervicouterino, anal y orofaríngeo, y en una reducción proyectada de muertes y sufrimiento en futuras generaciones.
Pocas jurisdicciones en Estados Unidos cuentan con lo que Puerto Rico ya tiene: un registro de inmunización universal liderado por el Departamento de Salud y legislado como obligatorio para todos los proveedores y entidades que vacunan. Esta herramienta fortalece la vigilancia epidemiológica, evita duplicidades y asegura una cobertura más efectiva.
Todos estos logros no serían posibles sin el Departamento de Salud, entidad responsable de la salud pública. El rol de las coaliciones, el sector privado y las organizaciones sin fines de lucro ha sido de apoyo, colaboración y empuje para que las estrategias de prevención alcancen a toda la población.
La pandemia puso a prueba a Puerto Rico, y la respuesta fue ejemplar. Centros de vacunación masiva, brigadas móviles, farmacias comunitarias, municipios, universidades y organizaciones de base comunitaria se unieron para lograr una de las coberturas de vacunación más rápidas y altas de toda la nación. Esa capacidad de trabajar unidos salvó miles de vidas.
La vacunación no es solo acceso; es también confianza. Puerto Rico ha desarrollado campañas educativas constantes sobre enfermedades prevenibles, combatiendo la desinformación y reforzando la cultura de prevención.
Lo que hemos alcanzado en Puerto Rico no es casualidad. Es el resultado de un modelo donde el bien común se coloca por encima de intereses particulares, donde el sector público y privado colaboran, y donde las comunidades confían en la ciencia.
Hoy podemos afirmar con orgullo que Puerto Rico es un ejemplo de resiliencia y éxito en vacunación. Un modelo que demuestra que cuando un país se une, guiado por la ciencia y el compromiso colectivo, no hay reto de salud pública que no pueda enfrentar.
Te invitamos a descargar cualquiera de estos navegadores para ver nuestras noticias: