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Centenario de Tommy Muñiz
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“Agigantado” ante los tiempos difíciles

La transmisión de las vistas del caso del Cerro Maravilla impactó la vida del productor

4 de febrero de 2022 - 12:00 AM

Nota de archivo
Esta historia fue publicada hace más de 2 años.
Don Tommy Muñiz fue fiel a sus principios, por lo que es recordado por defender, con valentía, sus emprendimientos y creencias. (Archivo)

Para el 25 de julio de 1978 no había pasado un mes de la firma de opción de compra del Canal 7. Yo estaba tranquilo en mi casa, cuando, de repente, oí que habían matado a dos jóvenes en las instalaciones de Rikavisión, en el Cerro Maravilla. Eso me dio un escalofrío. ¿Sería un mal augurio?

Así he vivido, p. 331

Un augurio convertido en realidad

Tras una subasta pública por la transmisión de los VIII Juegos Panamericanos –que se celebrarían entre el 1 y el 15 de julio de 1979–, el gobernador Carlos Romero Barceló anunció públicamente que los eventos deportivos, que fueron un gran éxito de audiencia, se transmitirían por WIPR Televisión, canales 6 y 3. No solamente perdió don Tommy los derechos de una transmisión televisiva de carácter histórico y con grandes audiencias –un hecho que su instinto había presentido.

Entonces, acudió a los tribunales para establecer un pleito legal contra el Gobierno de Puerto Rico para demostrar que sí existía un acuerdo y que, en efecto, la subasta se había adjudicado de manera justa y legal. “De las propuestas, la nuestra era la única que ofrecía un canal dispuesto a transmitir el máximo de horas que quisiera COPAN. Además, le cedía gratuitamente al Canal 3 los derechos para el Área Oeste” (333), escribió.

En su relato, don Tommy resumió los pormenores del caso legal contra el gobierno.

“El Gobierno trató de probar (en corte) que no existía un contrato entre COPAN y Producciones Tommy Muñiz. Al final, fue el Gobierno, a través de los Canales 6 y 3, el que transmitió los Juegos Panamericanos del 1979; pero el caso se convirtió en objeto de estudio en las escuelas de Derecho, pues quedó claro que aun cuando no se había firmado el contrato final, sí existía un contrato” (334).

Un caso para la historia y para la vida

Mientras tanto, don Tommy ya había opcionado para la compra del Canal 7 (Rikavisión). La transacción se completó en enero de 1979. Seis meses antes, el 25 de julio de 1978, los jóvenes Carlos Soto Arriví y Arnaldo Darío Rosado –identificados como seguidores del movimiento pro independencia de Puerto Rico– habían sido asesinados en el Cerro Maravilla, muy cercano al lugar donde estaban, precisamente, las torres del Canal 7.

La doctora Mercedes López-Baralt resumió, en el prólogo de las memorias de Don Tommy, lo que este evento significaría para el país:

“...la figura de don Tommy Muñiz… se nos agigantó a todos. Era por aquellos años dueño del Canal 7, cuando recibió un acercamiento de don Miguel Hernández Agosto para transmitir las vistas del Cerro Maravilla en el Senado. Ya todos los canales televisivos, incluido el del Gobierno, el Canal 6, habían cerrado sus puertas a esta transmisión. Don Tommy abrió las suyas sin pestañear” (15-16).

El efecto de esta decisión fue contundente, según López-Baralt:

“(A) la transmisión de las vistas en vivo, (don Tommy) añadió una sección de análisis noticioso del tema, a cargo de un grupo de periodistas. Este inolvidable acto de valentía, que supuso una voz de alerta a la conciencia de los puertorriqueños sobre los desmanes del gobierno colonial de turno, tuvo graves consecuencias para don Tommy: sufrió persecución política y tuvo que vender el único canal televisivo puertorriqueño”. (16)

Al reflexionar sobre este tema, el productor Rafo Muñiz admite que la histórica transmisión de las vistas –que tuvieron un gran impacto público y enormes récords de audiencia (aunque las encuestas televisivas decían lo contrario– “le costó prácticamente el canal, a la larga”. Sin embargo, el productor admite que este hecho demostró el sentido de responsabilidad y compromiso del hombre, el padre y el ciudadano.

“Mi papá fue incorruptible. Desde gobernantes y políticos hasta colegas empresarios (de la industria de medios) jamás pudieron comprarle la conciencia a mi papá. También aprendí de él –y muchos de mis hermanos también– a que no podemos callarnos cuando vemos una injusticia”, admite Muñiz.

Un personaje estelar y un final doloroso

La figura central de esta investigación fue el fenecido fiscal asignado a la investigación pública del caso, el licenciado Héctor Rivera Cruz, quien luego ocuparía el cargo de Secretario de Justicia (1984-1991). Este periódico realizó un recuento visual del impacto de estas vistas cuando Rivera Cruz falleció en mayo de 2021. En ese repaso histórico, la periodista Irene Garzón Fernández –quien cubrió las vistas de principio a fin–explicó la investigación y su impacto en la legislación posterior a los hechos del 1978, que describió como un “entrampamiento” hacia los jóvenes asesinados, que fue orquestado por el ex agente encubierto Alejandro González Malavé, quien convenció a sus compañeros a “darle unos tiritos” a los jóvenes, a pesar que andaban desarmados y se rindieron ante los oficiales antes de recibir los balazos.

La periodista y conductora televisiva Millie Gil –quien trabajaba como reportera en Cámara 7, el noticiario de Teleluz– rememora ese momento.

“Tener un pleito público con el entonces gobernador de Puerto Rico suponía que a veces nos pagaban y teníamos que salir corriendo (a cambiar nuestros cheques) porque, probablemente, a las diez de la mañana ya no había fondos en esa cuenta… Fue un pleito muy duro. A él le costó, prácticamente, su fortuna”, subraya. “(Don Tommy) empeñó casa y hacienda para darle a Puerto Rico una televisión nacional. Las pérdidas no tan solo fueron económicas, sino de muchos de sus colegas en los medios, aliados y de otras personas de gran influencia en el país”, indica.

El sueño de tener su propio canal, que don Tommy comenzó a acariciar desde principios de los años setenta, comenzó a escaparse, poco a poco, entre sus dedos. Sin embargo, Rafo Muñiz vive orgulloso de lo que, como hombre cabal y orgulloso puertorriqueño, don Tommy demostró en ese enfrentamiento legal, aún con sus fuertes consecuencias.

“Esa situación lo llevó, probablemente, a perder el canal a largo plazo”, afirma Muñiz. Teleluz –rebautizado así en honor de Luz María, la esposa de Don Tommy, había iniciado su transmisión el 1 de marzo de 1979. “Lo que pasa es que (no defender sus derechos) habría sido contrario a sus principios”, afirma, contundente.

Lecciones aprendidas y un giro inesperado

“Mi papá nos enseñó a que no podemos quedarnos callados cuando ocurre una injusticia. Fue incorruptible: ni gobernantes ni políticos, colegas empresarios o representantes de los mismos medios o que colaboraban con los medios pudieron comprarle la conciencia”, recalca Rafo Muñiz.

Esa y muchas otras defensas hicieron que, como dijo antes López-Baralt, lo “agigantaron”. La periodista Gil, hablando por sí misma, aunque sin olvidar a sus colegas periodistas, reflexiona sobre el significado de ese momento. “Nos dío unas grandes lecciones sobre valentía a los que estaban, y los que continuarán... ¿Qué se quemó el canal?, pues vamos a reunirnos y a reconstruirlo, porque hay que hacerlo, porque es de nosotros”.

Don Tommy y su hijo Pedro completaron en 1986 la transacción de compraventa del canal a Malrite Communications Group, que le cambió el nombre a SuperSiete. Ese mismo año, Jacobo Morales tradujo una pieza teatral de Neil Simon, escrita en 1973, titulada The Sunshine Boys (Los muchachos de la alegría). La pieza juntó, por primera vez en escena, a don Tommy y a su colega, competidor y gran amigo Paquito Cordero.

Los muchachos de la alegría juntó, por primera vez en escena, a don Tommy y a su colega, competidor y gran amigo, Paquito Cordero.
Los muchachos de la alegría juntó, por primera vez en escena, a don Tommy y a su colega, competidor y gran amigo, Paquito Cordero. (Archivo)

Su hijo, el productor Pedro Muñiz, recuerda que trabajar en esa obra “hizo que Papi volviera a sentirse entusiasmado, porque (lo del canal) fue un golpe bien duro... Literalmente, una vez lo ví hundido, como si estuviera derrotado, pero debutar en el teatro, y con tanta buena acogida, le devolvió mucho de lo que parecía haber perdido”, rememora.

Al ver a don Tommy en escena, el cerebro de Morales se convenció de ofrecerle el guión de lo que, en aquel momento, sería su tercera película. Ninguno de ellos se imaginaba que este guión incluiría un viaje desde San Juan hasta Hollywood.

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Este contenido fue redactado y/o producido por el equipo de GFR Media.

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