


Fomentar habilidades empresariales, desarrollar el liderazgo, cultivar el trabajo en equipo, promover la solidaridad, la responsabilidad social y la democracia, son solo algunas muestras de las ganancias que obtienen quienes se adentran al mundo del cooperativismo.
Es que las cooperativas pueden presentarse como una opción ideal para aquellas personas, especialmente los jóvenes, que quieran pensar “fuera de la caja”, que tengan deseos de desarrollar sus capacidades de liderazgo y que quieran crear soluciones para su comunidad.
“El cooperativismo se define como un sistema socioeconómico que busca, no solo el desarrollo económico sino también el desarrollo pleno de las personas, poniendo a la persona sobre el capital. Es decir, el capital está en función de las necesidades humanas. La razón de ser de la actividad económica, de la dimensión empresarial de las cooperativas, siempre va a tener un objetivo social, un propósito de satisfacer las necesidades humanas y no solamente de los asociados de las cooperativas, sino también de la comunidad donde están insertadas”, explicó Grisell Reyes Núñez, catedrática asociada del Instituto de Cooperativismo de la Universidad de Puerto Rico (UPR).
Las opciones en el mundo del cooperativismo son innumerables, desde las reconocidas cooperativas de ahorro y crédito, cooperativas de seguros hasta cooperativas de trabajo asociado, vivienda, educación, energía, agrícolas, industriales, transporte, arte, gimnasios y las cooperativas juveniles que son aquellas organizadas por jóvenes desde el primer grado hasta los 29 años de edad, las cuales pueden estar enfocadas en cualquier área de necesidad.
“Es necesario mostrarle a los jóvenes cómo emprender cooperativamente puede atender sus necesidades que tienen. Además de las cooperativas de ahorro y crédito, existe todo un universo de cooperativas en sectores de la agroecología, manufactura, salud, servicios profesionales, servicios técnicos, turismo y vivienda, entre otros. Las necesidades económicas, sociales y culturales que tienen la juventud, pueden ser atendidas por medio de empresas cooperativas de propiedad colectiva que son administradas democráticamente”, expuso José Julián Ramírez, director ejecutivo de FideCoop.
Según la profesora Reyes, en el Departamento de Educación (DE) existen cerca de 241 cooperativas juveniles, mientras que la Corporación Pública para la Supervisión y Seguro de las Cooperativas en Puerto Rico (COSSEC), registra 300 cooperativas incorporadas.
“La mayoría de las cooperativas juveniles están dentro del Departamento de Educación, aunque la UPR también tiene una, al igual que una comunidad”, indicó.
“Esta es otra forma sumamente eficaz de conocer las virtudes del cooperativismo, por medio de la participación en cooperativas juveniles escolares. Estas cooperativas son talleres de empresarismo que ponen en práctica valores de ayuda mutua y esfuerzo propio”, comentó Ramírez.
Este modelo del cooperativismo es una alternativa real para los jóvenes de hoy, quienes piensan diferente a otras generaciones, porque se trata de un sistema que busca la justicia social a través de la solidaridad y la ayuda mutua para obtener tanto beneficios humanos, económicos, pero también busca ese compromiso con la comunidad y, sobre todo, apuesta a la participación democrática de los asociados.
“Estos elementos son muy importantes para motivar a los jóvenes porque la sociedad ha cambiado. Antes se nos decía que teníamos que estudiar y trabajar, pero hoy día, el trabajo no es una seguridad para los jóvenes. Estamos en una sociedad postrabajo. Hemos visto que muchas personas se sostienen siendo influencers, youtubers, y no necesariamente están dentro de una organización empresarial. Entonces, los jóvenes tienen esa diferencia de pensamiento en cuanto al trabajo de lo que era normal a finales del siglo pasado, para los años 80, 90 y los 2000”, señaló Reyes.
Cuando se trata de buscar trabajo, uno de los mayores atractivos para esta generación es la flexibilidad y ese grado de “libertad” que no necesariamente lo consiguen en la empresa tradicional.
“Las cooperativas sí ofrecen esa flexibilidad. Si el joven opta por una cooperativa de trabajo asociado, tiene voz, tiene un propósito, tiene una pertenencia y es codueño de esa actividad laboral”, mencionó la catedrática de la UPR.
La democracia es otro de los atractivos del cooperativismo. Todos tienen derecho a opinar, contrario a una relación obrero-patronal.
“Las cooperativas permiten tener un emprendimiento solidario, colectivo donde sí van a tener voz, decisiones democráticas y, sobre todo, que van a compartir los beneficios de esa actividad económica. Es una manera de asociarse con sus amistades, compañeros o pares, para tener una actividad económica. Si no quieren entrar a estas empresas que conocemos donde no tienen voz, ni voto, ni la empresa comparte los beneficios con ellos, las cooperativas resultan ser una alternativa para construir otras formas de relacionarnos y otras formas de trabajo”, destacó Reyes.
Además, las cooperativas permiten el desarrollo del ser humano en muchos aspectos como la responsabilidad, el liderazgo y el compromiso social.
“Las cooperativas no solo son una formación técnica y empresarial, sino también les permiten ser solidarios y tener conciencia de los problemas sociales, además de contar con una formación política, en tanto son proyectos de democracia directa en el cual aprendemos a ser ciudadanos más responsables. Esto les permite participar, desde sus emprendimientos, en soluciones de problemas que tienen en sus comunidades, ya sea una comunidad territorial: en su barrio, urbanización, universidad, o poder darle inclusión a aquellos sectores que históricamente han estado excluidos”, detalló Reyes.
La catedrática, quien comenzó en sus labores en el Instituto de Cooperativismo para el año 2001, ha podido constatar, en más de dos décadas, el interés de los jóvenes por establecer cooperativas, aunque resalta los retos que tienen para incorporarlas en el Estado, lo que termina por desmotivarlos.
“En Puerto Rico hay muchos jóvenes haciendo emprendimientos maravillosos como huertos, proyectos de energía renovable, agroecología. Ves estos jóvenes que están muy comprometidos, que tienen mucha conciencia ambiental, que están preocupados por la seguridad y sostenibilidad alimentaria y, cuando quieren incorporar la cooperativa, con tantas trabas que le impone el gobierno, y con tantas regulaciones, se desaniman. Entonces siguen sus proyectos, pero sin incorporarse como una cooperativa”, reconoció la profesora.
Son los procesos gubernamentales, las exigencias de requerimientos y las regulaciones del gobierno a las cooperativas los aspectos claves que, según Reyes, se deben trabajar para lograr captar la atención, no solo de la juventud, sino de personas de todas las edades, para que cada vez más personas puedan mirar las cooperativas como una alternativa real.
“No debería ser así porque en todas las exposiciones de motivo de las leyes que existen en Puerto Rico sobre cooperativas, se indica que las cooperativas deben tener igual trato que cualquier otra empresa, pero en la realidad no es así. Por eso sí hay un interés de los jóvenes en el cooperativismo, pero hay una desmotivación por todos los requerimientos que les exigen a las cooperativas”, afirmó Reyes.
A tono con la celebración del Día Nacional del Cooperativismo Juvenil, a celebrarse el tercer miércoles del mes octubre, la catedrática dio sus recomendaciones para que todos los sectores realicen esfuerzos de modo que se pueda motivar a los jóvenes a adentrarse al mundo del cooperativismo.
La autora es periodista colaboradora de Suplementos.

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