

Cuanto más preparado estés para enfrentar la temporada de huracanes, mayores serán tus oportunidades de sobrevivir el desastre con la mayor cantidad de asuntos bajo control. Eso no es otra cosa que aplicar, de una manera intuitiva –quizás, por la experiencia de la vida en el trópico—, a utilizar la “ciencia” del preparacionismo.
En una entrevista publicada por Suplementos, el profesor Benjamín Nieves –consultor en asuntos de manejo de emergencias y seguridad nacional— dijo que el preparacionismo debe asumirse como un estilo de vida.
En Estados Unidos, por ejemplo, el sitio web theprepared.com provee guías para aquellas personas que se inician en esa práctica la integren a sus rutinas diarias como un activo esencial: la salud y la solvencia económica, dos semanas de autosostén sin apoyo externo, prepararse para salidas abruptas o regresar a casa después de una emergencia, y continuar su aprendizaje sobre destrezas de supervivencia.
Nieves comentó que ese aprendizaje continuo es clave para mantenerse con vida. “Yo diría que la diferencia entre el prepper y [el que no lo es] es que tiene las destrezas para sobrevivir porque ya es parte de su vida”, explicó en la entrevista pasada y sobre la que Suplementos abunda en esta edición, porque la preparación es vida.
Precisamente, en 2019, unos investigadores iraníes redactaron un artículo publicado en una revista académica, titulado The Importance of Education on Disasters and Emergencies, en el que enfatiza la educación sobre el tema como la manera de ayudar a comunidades en clara desventaja social, por diversos estados de vulnerabilidad (envejecimiento, condiciones crónicas de salud, pobreza y desconocimiento, entre otros factores psicosociales).
Incluso, la UNESCO preparó, en 2015, un documental animado sobre la educación para la creación de comunidades con resistencia a enfrentar los desastres con destrezas diversas y capacidades adecuadas. Nieves mencionaba que este asunto surgió durante la época de la Guerra Fría, “cuando vivíamos ante la amenaza de un ataque nuclear, y [antes de eso] … en la Segunda Guerra Mundial”. Aseguró el experto que ese fue el origen de la Defensa Civil, organización de primera respuesta, especialmente entrenada para atender situaciones de emergencias y desastres.
Para hacer que la preparación sea más sencilla, instituciones como la Universidad de Florida Central (UCF) plantean los cinco elementos claves para el manejo de una emergencia o desastre. Implementados correctamente, estos pueden reducir el impacto de un evento catastrófico, ya que mejoran la preparación, la respuesta, la recuperación y la mitigación.
Identificar zonas peligrosas o lugares de mayor riesgo; corregir todos los fallos identificados; planificar y ejecutar un plan de evacuación; participar de la administración de las ciudades y municipios, como ciudadanos, en reuniones del liderato comunitario para enterarse de sus planes de emergencia.
Promover la pérdida de vidas humanas a causa de un desastre: poda de árboles, limpieza de alcantarillas y canales, escombros y estorbos públicos que pudieran ser arrastrados por una corriente fuerte de agua.
Es un adiestramiento constante, a través de la evaluación y acciones correctivas para asegurar un máximo nivel de preparación en caso de fuegos, terremotos y huracanes, entre otros asuntos.
Incluye prioridades a corto y largo plazo para reparar daños menores, organizar brigadas y trabajar para restaurar los espacios perjudicados y asegurar que tanto vida como propiedad no han sufrido daños mayores.
Es un proceso que, según la UCF, puede tomar días, semanas, meses o años —cita la recuperación de Nueva Orleáns después del huracán Katrina (2005). La primera prioridad es la restauración de servicios esenciales y provisión de ayuda a todos los integrantes de la zona impactada.
Puedes convertirte en un preparacionista poco a poco. Usa la lista de cotejo de Listo (Ready), el sitio oficial del gobierno de los Estados Unidos, para preparar tu kit.
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