

El 12 de diciembre de 2015, en una cumbre de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre el cambio climático, se firmó el Acuerdo de París. Este documento es un compromiso de los países para “combatir el cambio climático y acelerar e intensificar las acciones e inversiones necesarias para un futuro sostenible con bajas emisiones de carbono”.
En una amplia conversación sobre este tema, el doctor Amaury Malavé Sanabria, director ejecutivo del Puerto Rico Energy Center (PREC), adscrito al Recinto de Gurabo de la Universidad Ana G. Méndez, evaluó las posibilidades de que el país comience a moverse con rapidez y eficiencia para alcanzar esta meta importante.
“La energía renovable es la que se produce por recursos como el sol y el viento”, explica Malavé Sanabria. “Como provienen de la misma naturaleza, se renuevan con la lluvia y las corrientes de aire. Estos recursos se usan para producir energía eléctrica, generar frío o calor en espacios cerrados, y para la transportación, entre otros usos”, dijo el experto.
De acuerdo con su utilización adecuada, podemos tener diversos tipos de energía, comentó Malavé Sanabria. “Está la energía geotermal, que utiliza el calor solar para crear vapor. También, tenemos la energía hidráulica, que impulsa la generación por la circulación del agua a través de turbinas, y la energía marina, que se genera con el movimiento de las olas”, destacó.
“El tema [de la energía renovable] ahora está bien de moda, pero llevamos más de 25 años tratando el asunto. La dependencia de la energía producida por los medios ya conocidos nos está costando más y los servicios no son confiables, así que ha habido un aumento significativo en la demanda sostenida, tanto de personas como de industrias de servicios, el comercio y otros sectores, de nuevas fuentes de energía más confiables”, señaló.
Aunque ofrecen educación al público general sobre temas relacionados a la energía renovable, Malavé Sanabria subrayó el interés de las industrias en educarse sobre el tema.
“Se les han presentado (a los dueños de empresas) opciones para integrar energía renovable y mejorar la eficiencia energética en sus operaciones. También está el componente educativo que, a través de los años, ha permitido la diseminación del conocimiento (a través de simposios y seminarios sobre energía) que ha impactado a la comunidad general”, apuntó el profesor.
De igual manera, el PREC ofrece apoyo en desarrollo de negocios y nueva tecnología para facilitar la transformación del sistema energético.
“La energía renovable, en términos generales, es toda la que proviene de una fuente sustentable, que puede (en teoría) ser inagotable”, aclaró Malavé Sanabria, quien funge como profesor de Ingeniería Mecánica y, además, lidera un programa de eficiencia energética, que ofrece orientación y apoyo, libres de costo, a empresas de manufactura.
“La energía renovable está asociada con algún recurso que, de forma natural, está presente y disponible en todo momento”. Varios ejemplos de este tipo de energía incluyen la energía solar, la energía eólica (viento), la energía de las olas y la energía hidráulica (utilizando el agua de lluvia como fuente).
En el caso de la energía alterna, el profesor aclaró que se refiere a fuentes diversas de energía, distintas a las que se han utilizado por los pasados cien años. Se refiere tanto a energía renovable, u otras maneras no tradicionales. Esto puede incluir otras fuentes, como ocurre en Puerto Rico con la cogeneración.
“La cogeneración se da cuando se extrae energía de un proceso que utiliza energía de fuentes derivadas del petróleo para producir, por ejemplo, la condensación de agua y la producción de vapor. El proceso depende de un combustible que se acabará en algún momento”, comentó. “Todas las energías renovables se consideran energías alternas, pero no todas las que se consideran alternas provienen de fuentes renovables”, destacó Malavé Sanabria.
En Puerto Rico, la demanda por soluciones para que la energía que se consume en los hogares comenzó a partir de la década de los 90.
“En ese momento, hubo un ‘boom’ por utilizar la energía fotovoltaica para sustituir el calentador de agua eléctrico”, recordó. “Es un buen ejemplo de cómo se fue desarrollando ese mercado en la isla. Dio paso a que las marcas (de calentadores solares) pudieran fabricar localmente su producto, y también creó empleos para vendedores e instaladores de estos sistemas”, apuntó el doctor Malavé Sanabria.
Entonces, los consumidores se interesaron por otras maneras de energía renovable adaptadas para el uso doméstico. “Empezó a crecer el interés en el uso de sistemas de energía renovable con medición neta”, explicó el experto.
“La medición neta ocurre cuando persona instala un sistema de energía [renovable] que se conecta a la red [eléctrica]. Ese sistema alterno produce energía que se almacena para su uso cuando se necesita como, por ejemplo, en un apagón extenso”, detalló, al agregar que “se obtiene y se acumula, de modo que puedas utilizarla cuando la necesitas [en un apagón]”. El resultado de esto es que puede haber un crédito o una reducción en la factura mensual de consumo de electricidad, abundó.
Con el impacto del huracán María, en 2017, la ciudadanía se planteó la necesidad de buscar alternativas más seguras y efectivas al uso de plantas de generación que usan gasolina, gas propano o diésel.
“Después de pasar un tiempo prolongado sin [el servicio de] energía [eléctrica], muchas personas empezaron a invertir en los primeros sistemas de energía fotovoltaica que podían almacenarse para situaciones como esta”, comentó Malavé Sanabria. “Ya no les importaba tanto la factura, sino tener electricidad en todo momento, así que ‘necesito almacenarla’”.
La energía fotovoltaica se convirtió, entonces, en un activo importante para la ciudadanía, que sufrió, por meses, la restauración de los servicios y el ruido constante de las plantas eléctricas que operan con gasolina. “Las personas empiezan a educarse sobre el tema, sobre todo porque quieren evitar la contaminación del ambiente y el ruido”, subrayó.
“Pasó lo mismo que ocurrió durante la gran sequía de los años 1993 y 1994, en la que se disparó la demanda por las cisternas [para almacenamiento de agua]”, recalcó el profesor.
“La percepción de la mayoría de los consumidores cambió; aunque el elemento del costo era significativo [por el precio de la batería que permite almacenar la energía para utilizarla durante los fallos de luz eléctrica]”, admitió.
Igualmente, el doctor Malavé Sanabria destacó la integración de microrredes. “Ahora mismo, en Puerto Rico hay una red eléctrica que cubre toda la isla. En el caso de las microrredes, puedes tener distintos métodos para producir la energía dentro de la misma red, y las personas que estén conectadas a ella se benefician de la generación”, detalla.
Como la microrred tiene una localización más cercana a sus integrantes, el acceso a la energía, en el caso de un apagón mayor causado por fallos en el sistema central de energía, las personas conectadas a la microrred pudieran tener acceso a las líneas y mantener su hogar energizado.
Actualmente, hay muchos proyectos para el desarrollo de estos sistemas en comunidades como las islas-municipios (Vieques y Culebra) como sectores rurales. Las comunidades montañosas, a juicio de Malavé Sanabria, son ideales para el desarrollo efectivo de microrredes.
“Muchas de ellas no están conectadas al sistema general de acueductos, sino que reciben el servicio de agua mediante bombas conectadas a un pozo. De hecho, es uno de los proyectos en los que estamos trabajando con varias comunidades de la zona central-este de Puerto Rico”, apuntó.
A nivel residencial, hay personas que han adquirido sistemas eólicos, pero no se ven con tanta frecuencia porque requieren una tecnología particular que no es tan accesible a nivel doméstico. Lo que sí se ha contemplado es aprovechar los vientos de la costa sur con sistemas eólicos off-shore, que se acomodan mejor a las corrientes de viento que se producen desde el mar Caribe.
“Hay sistemas que se instalan en la misma costa, e incluso otros que son flotantes. La fuerza del viento mar adentro es suficiente como para que se pueda generar bastante energía”, describió el profesor. “Siempre requiere evaluar detalles para su ubicación adecuada en el lecho marino, y que esté cerca de un puerto para facilitar su operación y mantenimiento”, aclaró.
Tal como se ha proyectado, es importante que cada persona aporte, desde su capacidad económica y conciencia social, para mejorar la calidad del ambiente en nuestro planeta.
“Nos tocará a todos hacer que los sistemas sean más eficientes, pero, las futuras generaciones tendrán que enfrentar un panorama difícil”, reconoció el profesor. “Todo lo que se pueda hacer para dejarle un planeta más saludable a las próximas generaciones es importante y, más que todo, urgente”, culminó Malavé Sanabria.
Si, de pronto, un consumidor no puede adquirir un sistema de energía renovable para su hogar, Malavé Sanabria resaltó algunas recomendaciones positivas para iniciar, desde ya, la reducción en el uso de la energía:
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