

Cuentan que las palabras preceden a la acción. Creamos el universo entero con esos signos lingüísticos que cobran significado en la imaginación. Así, construimos el mundo primero en la mente, aunque otras personas también estamos convencidas de que el espíritu, como generador de sentido, está íntimamente ligado a ella.
Esa fabricación incesante que es la palabra ha sido el martillo forjador con el que la doctora Anuchka Ramos Ruiz ha decidido hacer patria. Devorar las palabras, cuidarlas, sentirlas, sostenerlas, y, desde ese lugar hondo e irrenunciable, otorgarles a las ideas un plan para su concreción.
Lecturas hambrientas y una escritura tan necesaria que no puede reemplazarse con otra cosa han sido las compañeras de su viaje personal que ahora también comprende ser la vicepresidenta de Asuntos Académicos y Provost (se le conoce así al alto cargo asociado a la gestión académica y de excelencia educativa) de la Universidad del Sagrado Corazón (USC).
“La travesía ha estado llena de grandes logros y desafíos. Siempre ha estado guiada por el más alto sentido ético”, manifestó Ramos Ruiz. Las preguntas que han dirigido su labor en Sagrado en el diseño de experiencias educativas y transformadoras se mantienen como si fueran un tratado de principios: ¿Qué es lo que dicta nuestra misión? ¿Qué es lo mejor para los estudiantes y la facultad? ¿Qué es lo mejor para el país?
Cuando aparecen los retos, tres reglas le sirven de base para manejar la dificultad y la crisis: liderar desde la noción de servicio, proceder siempre con humildad intelectual y conservar el mayor sentido ético. Al oficio también le suma la inspiración que ha recibido de su padre, Carlos Ramos Morales, y su madre, Sonia Ruiz Pérez. De él destaca la candidez y la intuición; de ella, la disciplina y la constancia.
“La universidad es un ente vivo. No la concibo como un espacio monolítico”, afirmó sobre la importancia de reconocer, acoger y abrazar la diversidad y tener la capacidad de fluir en el constante cambio y movimiento que implica la transformación social desde la academia.
Por esta razón, la universidad, considerada como un organismo que se contrae y se dilata, que respira, tiene que mantenerse atenta a la realidad, más allá del campus y responder a las circunstancias sociales.
Acerca de este particular, la entrevistada destacó que Sagrado ha sido líder en la metodología del aprendizaje basado en el servicio. En cursos de los diferentes programas, los estudiantes aprenden, mientras identifican soluciones a problemas a los que hacen frente las comunidades. La propuesta aprendizaje-servicio seguirá desarrollándose hasta que el cien por ciento de los programas académicos la incluyan por diseño y currículo.
También, con Nuestro Barrio —una iniciativa de la USC— se fortalece el vínculo sociocomunitario, mediante iniciativas de emprendimiento, desarrollo socioeconómico y gestión cultural en los barrios de Santurce.
Impulsada por el concepto de continuidad, reconoce que seguir no significa aceptar las cosas como están dadas, sino concebir el cambio, inventarlo, producirlo y mantenerlo. Aspira a que la universidad sea considerada como universidad para toda la vida, en la que tanto jóvenes, como adultos y adultos mayores accedan y participen de la vida del campus, un espacio listo para recibir a todas las personas.
A la pregunta de qué concluye cuando reflexiona sobre su labor en Sagrado, expresó: “Que lo único permanente es el cambio, que mi labor de liderato es de servicio y que todo cambio es manejable”.
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