


En el 1996, Marinés Flores García y Melvin Arroyo Torres eran apenas estudiantes universitarios cuando comenzaron a vender sofrito desde una marquesina en Villalba.
“Este era el negocio familiar de un primo de mi esposo. Solo hacían sofrito y lo vendían a amigos y vecinos. Se lo ofreció a la venta a mi esposo y mi suegro nos ayudó con la inversión inicial”, dijo Flores García, vicepresidenta de Campolor.
Lo que comenzó hace 29 años con cinco personas ahora es una planta de manufactura de 30,000 pies cuadrados en Ponce llamada Campolor.
Allí, 53 empleados elaboran sofrito, ajo picado y molido, guanimes, sorullos de maíz, salsas, adobo, condimentos en polvo y sazón. La empresa también fabrica botellas de vidrio, tanto para uso propio como para venderlas a otros elaboradores, informó Flores García, vicepresidenta de Campolor.
Flores García estudiaba Contabilidad y Arroyo Torres, su esposo y presidente de la empresa, Mercadeo. Ambos aplicaron sus conocimientos para hacer crecer la empresa, llevar su producto a distintas cadenas de supermercados y diversificar su producción.
Según la vicepresidenta, Popular estuvo presente desde el principio, cuando abrió una cuenta comercial para Campolor. “Nuestro crecimiento se llama Edgar Roig, quien era gerente de la sucursal de la calle Villa en Ponce. Un día que estábamos haciendo un depósito, él se nos acercó y nos presentó la oportunidad de comprar una máquina para hacer el producto de manera más comercial y nos ofreció una línea de crédito. Eso nos dio un empuje para llegar a donde estamos ahora”, aseguró.
Ese empuje se hizo evidente en el 1998, tras el paso del huracán Georges. “Cuando nadie tenía luz ni producto, yo lo tenía listo y guardado”, recordó Flores García. “Esa producción se pudo hacer gracias al préstamo que nos dio Popular”.
Dijo que Campolor ha contado con el banco cada vez que ha tenido un proyecto nuevo, como cuando adquirió maquinaria para producir sus propias botellas o cuando se mudó a su localidad actual. Este último “es nuestro proyecto más grande con Popular porque llegamos a casi medio millón de dólares”, indicó.
“Siempre me han dicho que sí, pero si ven que no me conviene, me recomiendan otra forma de hacerlo”, dijo la vicepresidenta.
El crecimiento ha sido exponencial: de producir 2,000 botellas de sofrito al mes en una marquesina, ahora Campolor produce cada semana 15,000 botellas de distintos productos. Actualmente, la empresa trabaja en el lanzamiento de un nuevo producto que combina sazón con sofrito en polvo y prevé comenzar a proveer servicios de distribución a otros negocios.
La historia de Flores García y Arroyo Torres es prueba de que, con pasión, esfuerzo y el apoyo de quienes creen en nosotros, los sueños pueden convertirse en realidades que unen y transforman comunidades.

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