

La influenza (flu) es una enfermedad viral, altamente contagiosa. Existen tres tipos de influenza:
· Influenza A: Es la más común. El virus tiende a cambiar o mutar con nuevas cepas, es la principal causa de epidemias y pandemias.
· Influenza B: Es menos mutante. Es más frecuente en niños y su incidencia es menor que el de la influenza A.
· Influenza C: Es sumamente raro y con muy pocos casos
Al igual que el coronavirus (que produce la enfermedad del COVID-19), la influenza se transmite por gotas al toser, al hablar, al estornudar o al entrar en contacto con superficies contaminadas y llevarse las manos a la cara.
La temporada de mayor incidencia comienza en octubre hasta mayo 30 del próximo año. Los meses de mayor incidencia son diciembre a marzo.
El periodo de incubación es de dos a cuatro días. Produce fiebre alta de comienzo súbito, dolor muscular, dolor de cabeza, dolor de espalda, dolor de garganta con tos que produce secreciones nasales.
Entre los grupos a riesgo están los neonatos hasta los cinco años, los mayores de 65 años, personas con condiciones crónicas como: enfermedades del corazón, pulmones, hígado, renales, inmunocompetentes incluyendo la HIV, personas con trasplantes de órganos y tejidos.
La mujer embarazada sufre de cambios anatómicos y fisiológicos que la hacen más propensa a la infección por influenza. Se pueden producir complicaciones durante el embarazo como: pulmonía y partos prematuros. El Colegio Americano de Obstetricia y Ginecología al igual que el Departamento de Salud de Puerto Rico recomiendan administrar la vacuna de influenza a toda mujer embarazada excepto en raras contraindicaciones. En especial en el segundo y tercer trimestre del embarazo. Está contraindicado el uso de vacunas de virus vivos atenuados (LAIV).
Existen vacunas para la prevención de la influenza, el periodo de vacunación debe ser desde octubre hasta mayo pero se recomienda estar vacunado antes de que llegue el pico de mayor incidencia que es de diciembre a marzo.
Los tipos de vacunas son: vacunas de virus vivos atenuados (LAIV), que se aplica intranasal,pero está contraindicada en pacientes inmunocomprometidos, embarazadas, HIV, paciente con asplenia funcional o anatómica, pacientes con trasplante de cóclea o paciente con síndrome de Guillain-Barré en las pasadas seis semanas; la vacuna de virus inactivado (IIV), de la que se aplica cinco mililitros en el deltoides, está indicada desde los seis meses en adelante; la vacuna recombinante (RIVA4) está recomendada para mayores de 18 años en adelante; y la vacuna de dosis alta (hay dos) que tiene cuatro veces más antígenos que la vacuna regular. Está indicada para las personas mayores de 65 años, su propósito es aumentar la respuesta inmunológica, aumentando los anticuerpos en cantidad y por mayor espacio de tiempo.
En resumen, no existe ninguna contraindicación para continuar el programa de vacunación de adultos contra la influenza en los tiempos de coronavirus, por el contrario, evitaría estar infectados con ambos virus, escenario que sería letal para el paciente.
Por otra parte, la pulmonía adquirida en la comunidad (CAP) es una de las infecciones más comunes causando mortalidad y morbilidad en el adulto. La bacteria streptococcus pneumoniae o neumococo es la más común entre un 25 % a un 35 % de estas pulmonías.
Al igual que la influenza, entre los grupos a riesgo están los mayores de 65 años, residentes en hogares para envejecientes o asilo, los pacientes con condiciones crónicas, como enfermedades del corazón, pulmonares, hígado, renales e inmunocomprometidos.
Entre sus complicaciones se destacan el aumento en los infartos cardiacos y en la condición de insuficiencia cardiaca congestiva.
Existe, también, una enfermedad invasiva pulmonar altamente letal y es cuando el neumococo invade áreas estériles como el líquido cerebroespinal, bacteriemia (sangre) y sepsis.
Cada año fallecen entre 20,000 y 23,000 personas en Estados Unidos directamente asociadas a la pulmonía por neumococo.
Hay dos vacunas disponibles contra el streptococcus pneumoniae: la vacuna antineumocócica conjugada (PCV13) y la vacuna antineumocócica polisacárida (PPSV23).
A los adultos de 19 a 64 años con escape del fluido cerebroespinal e implantes cocleares y que no han recibido previamente las vacunas antineumocócicas, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés) recomienda una dosis de la vacuna antineumocócica conjugada (PCV13) y una dosis de la vacuna antineumocócica polisacárida (PPSV23). Debe administrar primero la PCV13, y en ocho semanas después, administrar la PPSV23.
A las personas con las siguientes condiciones que no han recibido previamente las vacunas antineumocócicas: enfermedad de células falciformes u otras hemoglobinopatías, asplenia anatómica o funcional, inmunodeficiencia congénita o adquirida, HIV, fallo renal crónico o síndrome nefrótico, leucemia o linfoma, enfermedad de Hodgkin, metástasis maligna generalizada, inmunosupresión iatrogénica, incluyendo terapia de radiación, y mieloma múltiple, los CDC recomiendan: dar una dosis de la vacuna antineumocócica conjugada (PCV13) y dos dosis de la vacuna antineumocócica polisacárida (PPSV23). Se administra primero la PCV13, y luego de ocho semanas, la primera dosis de PPSV23. Dar la segunda dosis, al menos 5 años después de la primera dosis de PPSV23.
Para las personas que fuman y no han recibido previamente las vacunas antineumocócicas, los CDC recomiendan una dosis de PPSV23.
Asimismo, la recomendación es dar una dosis de PPSV23 es para las personas con las siguientes condiciones que no han recibido previamente las vacunas antineumocócicas: alcoholismo, enfermedad crónica del corazón, enfermedad crónica del hígado, enfermedad crónica del pulmón, incluyendo enfermedad pulmonar obstructiva crónica, enfisema y asma, y diabetes mellitus.
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