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El significado de las dos vacunas contra el COVID-19

Los estimados más alentadores mencionan que la distribución más generalizada de las vacunas sería a mediados del año 2021

24 de noviembre de 2020 - 9:10 AM

Nota de archivo
Esta historia fue publicada hace más de 4 años.
El mundo espera con ansias las vacunas que, finalmente, pongan freno a la pandemia. (Shutterstock)

Recientemente, recibimos dos noticias fantásticas relacionadas al desarrollo de vacunas contra el COVID-19. Voy a enfatizar en algunos aspectos: eficacia, innovación, importancia de los estudios clínicos, impacto para otras vacunas en desarrollo, retos de implementación, estimados de tiempo para el control de la pandemia, y el significado para nosotros.

Las dos vacunas utilizan un modelo nuevo de exponer al cuerpo al material genético del virus: el mRNA. El código genético del virus se produce en pequeñas moléculas para dar instrucciones a la célula del huésped (en este caso el ser humano) de producir más partículas virales. Los científicos decidieron encapsular al mRNA en microgotitas de lípidos (o grasas) para mantenerlo por varios días. El cuerpo desarrolla una respuesta inflamatoria sustancial, tanto de anticuerpos como de inmunidad en las células del cuerpo (linfocitos T). Esta tecnología estaba en desarrollo desde mucho antes del coronavirus y se habían desarrollado productos de tratamiento para cáncer con el mRNA.

Un reto de implementación es que el producto se degrada fácilmente en temperaturas normales y tiene que estar en temperaturas bien bajas. Para el transporte se usa hielo seco. El reto es mantener la temperatura desde la producción hasta que se administra. Se requerirá buena infraestructura y un plan de inmunización en lugares con esos equipos, que usualmente son hospitales y laboratorios de investigación. Un reto que no es imposible.

Otro reto es la necesidad de dos dosis, para reforzar la inmunidad.

El estudio de Pfizer comenzó en julio de este año con 47,000 voluntarios. Mitad en vacuna y mitad placebo. Hubo 94 casos de COVID-19, la mayoría en el grupo placebo.

¡Asombrosamente, los resultados del estudio de Moderna fueron casi idénticos al estudio de Pfizer! Entre los 30,000 voluntarios, identificaron 95 casos de COVID-19. De estos, 90 fueron en el grupo placebo y 5 en el grupo vacunado. Las once personas con COVID-19 severo fueron entre el grupo placebo. Se calculó la eficacia en 94.5 %. La vacuna redujo el riesgo de infección y de severidad si había infección.

La participación en los estudios científicos es esencial. Para este avance espectacular, se necesitaron 77,000 voluntarios que estuvieron dispuestos a recibir un producto (luego de un proceso estricto de toma de consentimiento) que podría no funcionar, que podría inducir efectos secundarios, o que podría salvar vidas. No son “conejillos de Indias”, pues todos decidieron participar voluntariamente, luego de que se les explicara. Participar de un estudio es una opción y no una obligación. Pero, el mundo les debe y los necesita.

Hay otras vacunas en estudio: Novavax, J & J y Merck. Son diferentes y algunos usarán proteínas que son más estables a temperatura y parecidas a vacunas en el mercado como las de hepatitis y VPH.

La participación en estos estudios de nuevas vacunas es crucial, pues vamos a necesitar diversidad de productos para distribuir a los 7,800 miles de millones de personas en el mundo.

La estrategia de la operación Warp Speed para acelerar el proceso está dando resultados. Nos tomará un tiempo tener el número de vacunas que queremos. La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, en inglés) todavía no ha decidido para quién se aprobará como emergencia: hogares de envejecientes, trabajadores de salud y seguridad, mayores de 65 años y población general. Y no tenemos estudios en personas embarazadas o en niños. Estas son poblaciones vulnerables, que requieren estudios científicos para asegurar un mínimo de riesgo.

¿Y, para cuándo? Los estimados más alentadores mencionan mediados del año 2021 para la distribución más generalizada. Vemos una luz de esperanza para la humanidad en la medida en que la inmunización avance.

Mientras tanto, mis tres recomendaciones siguen siendo: mascarilla, mascarilla y mascarilla.

La vacuna ideal

1. Debe ser segura y estar asociada con efectos secundarios leves y transitorios.

2. Debe conferir protección duradera (más de una temporada) en una alta proporción de receptores de la vacuna (por ejemplo, mayor del 80%), particularmente en poblaciones vulnerables (adultos mayores y aquellos con otras condiciones médicas subyacentes o factores de riesgo como la obesidad).

3. Debe proteger no solo contra enfermedades, sino también prevenir la transmisión del virus a otros.

4. Idealmente, debe administrarse como dosis única.

5. Debe poder producirse rápidamente y en grandes cantidades.

6. Debe almacenarse fácilmente (por ejemplo, no a temperaturas ultrabajas, en envases que no requieren mucho espacio).

7. Debe poderse transportar fácilmente (por ejemplo, fuera de la cadena de frío o incluso a través del correo).

8. Se puede administrar fácilmente (no requiere dispositivos especiales, ser autoadministrada o administrada por quienes no requieren mucha capacitación).

Fuente: Centro de Recursos sobre el Coronavirus, Universidad Johns Hopkins

La autora es decana interina de Investigación del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico.

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Este contenido fue redactado y/o producido por el equipo de Suplementos de GFR Media.

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