

El tictac del reloj nos recuerda que el tiempo avanza sin detenerse. También es una advertencia importante: cada minuto es una nueva oportunidad. Después de los 60 años, el reloj de la vida no marca prisa, sino ritmo, y podemos bailarlo en salud y plenitud.
El primer tictac del reloj nos invita a detenernos un momento y a pensar: “¿cómo estoy cuidando mi cuerpo?”. La prevención es como ajustar las manecillas de un reloj para que marquen la hora exacta. Así, las visitas regulares a los especialistas, una alimentación balanceada y el movimiento diario son esenciales para mantener el equilibrio de nuestra salud. Un minuto basta para tomar una decisión que aporte bienestar. Cambiar un dulce de panadería por un sabroso mangó de temporada, estacionar el vehículo un poco más lejos para añadir pasos a una caminata o tomar agua en lugar de refrescos son decisiones que pueden cambiar nuestra vida en un minuto.
Se trata de dar pequeños pasos que parecen simples, pero que, sumados cada día, hacen que el reloj marque más salud y menos complicaciones, sin importar las enfermedades presentes. La diabetes puede ser una de ellas.
Un diagnóstico de diabetes, o de cualquier otra enfermedad, no detiene nuestro reloj. Al contrario, es la oportunidad de ajustar el mecanismo para que siga funcionando con fuerza. Seguir el tratamiento según lo indicado, consumir alimentos más saludables y realizar actividad física son herramientas para disfrutar de más horas de energía y calidad de vida.
Estas rutinas saludables quedan incompletas si dejamos fuera la alegría y el propósito de vida, a cualquier edad. La felicidad también tiene su propio tictac. La música, la compañía y la risa reducen el estrés, ayudan a mantener estables los niveles de azúcar en sangre y llenan de color cada instante. Bailar en la sala, cantar en la ducha, hacer labor voluntaria o compartir una anécdota graciosa con amistades son maneras sencillas de darle cuerda, o recargar las baterías, al reloj de nuestras emociones.
La vida plena no se trata de contar los minutos, sino de aprovecharlos. Cada día trae su propio ritmo: preparar una comida saludable, disfrutar de un paseo ligero, aprender algo nuevo o simplemente mirar el atardecer. Son segundos que se transforman en recuerdos y experiencias que construyen plenitud.
El reloj sigue su marcha y nos toca decidir cómo escucharlo. ¿Será un recordatorio de lo que se escapa o una invitación a disfrutar de lo que tenemos? Vivir cada minuto en salud es un regalo que se multiplica: más energía para compartir, más alegría para reír y más vida para vivir. Así que la próxima vez que escuches el tictac, recuerda: cada segundo cuenta. Y hoy, justo ahora, es el mejor momento para vivir a plenitud.
La autora es educadora en salud, gerontóloga, comunicadora y presidenta de la Junta de Directores de la Asociación Puertorriqueña de Diabetes.
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