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Frente a pronósticos de huracanes más intensos y recurrentes debido al calentamiento global –que causa el cambio climático–, los agricultores deben tomar medidas de adaptación que les permitan minimizar daños y asegurar sus cosechas.
En Puerto Rico, si bien el huracán María dejó pérdidas multimillonarias en el sector agrícola, igualmente fue una experiencia de aprendizaje para estos trabajadores, quienes hoy por hoy no solo lidian con ciclones, sino también con olas de calor, sequías prolongadas y lluvias extremas.
Por ejemplo, después de María –que devastó la isla en septiembre de 2017–, Decenia Vega y Raúl Rosado aprendieron a colocar rompevientos en sus fincas, así como a mantener un banco de semillas previamente adaptadas a suelo boricua. Ambos métodos, afirmaron, les ayudarían ahora a contrarrestar los efectos de un nuevo huracán.
Como otra lección post-María, Vega, fundadora y presidenta de Semila PR, mencionó que su equipo hizo “un estudio de inventario de los árboles que quedaron” en pie, el cual concluyó que “los árboles que se habían recién podado se mantuvieron y resistieron y, al día de hoy, están produciendo”.
Además de conocer que unos cultivos protegieron a otros, entendió que, “en el caso de otro (huracán), aunque nos duela, tenemos que hacer una poda agresiva, porque es mejor que perder toda esa cantidad, ese 55% que se perdió” en 2017.
Rosado, presidente de la empresa Desde Mi Huerto, resaltó, entretanto, que “tener la semilla necesaria para activarnos rápidamente y continuar la siembra para producir los alimentos fue parte importante en el último huracán (Fiona, 2022) y en el huracán María”.
En el caso de lluvias extremas y pérdida de tierra por erosión –como ocurrió en el proyecto agroecológico El Josco Bravo que coordina el agrónomo Ian Pagán–, se pueden implantar prácticas de conservación, como la colocación de zanjas para canalizar el agua, indicó la directora ejecutiva de la organización no gubernamental Cafiesencia, Lisette Fas.
Añadió que, para el intenso calor, se pueden sembrar árboles de sombra, como el carbonero, tal como hace en sus cafetales.
Basándose en investigaciones científicas, el ecólogo social y autor de libros de agroecología Nelson Álvarez afirmó: “Se ha probado que, en las fincas, mientras más ecológicas son, mayor capacidad de resiliencia tienen para volver a ser productivas”.