

21 de diciembre de 2025 - 9:00 AM


En un esfuerzo por fortalecer la vigilancia ambiental y proveer información accesible a la ciudadanía, el Departamento de Salud Ambiental de la Escuela Graduada de Salud Pública del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico (UPR) adquirió 30 sensores para la medición de parámetros clave como el índice de calidad de aire, temperatura y material particulado, en una iniciativa piloto que, a futuro, podría impactar los 78 municipios.
El doctor Edgar Pérez Matías, coordinador del proyecto, explicó que la red de monitoreo de calidad del aire en tiempo real permitirá identificar áreas con mayor riesgo por temperaturas altas y concentraciones elevadas de material particulado –que impacta principalmente a personas asmáticas y con problemas respiratorios–, así como determinar los picos del día de más riesgo. Esto permitirá, a su vez, comprender mejor las variaciones en la calidad del aire e identificar posibles riesgos para la salud de la población.
Al presente, se han instalado cinco sensores en puntos estratégicos a través de Puerto Rico, como el área de Centro Médico, en Río Piedras, y en escuelas en municipios como Yabucoa, San Juan y Dorado. Pérez Matías anticipó que esperan instalar sensores próximamente en Juncos, Vieques, Guánica, Arecibo y Utuado. La meta es completar la instalación de la red en agosto o septiembre.
“Prácticamente, iniciamos con lugares donde tengan mayor concentración de personas, como, por ejemplo, una población vulnerable en el área de Centro Médico, que tienes personas a las que la condición del aire en el exterior les puede afectar. Otro punto importante es las escuelas. (…) Lo que estamos viendo, por el momento, son lugares que puedan tener una gran concentración de personas”, precisó, al destacar que mantienen una colaboración con figuras como el doctor Pablo Méndez Lázaro –a través de la Caribbean Collaborative Action Network– junto con el Departamento de Educación, y el doctor Miguel A. Sánchez Celada, profesor en la UPR, para llevar el proyecto piloto a planteles públicos.
La tecnología, de la compañía PurpleAir –que fabrica sensores de calidad del aire asequibles para uso público–, no mide un radio físico en kilómetros o millas, señaló el líder de la iniciativa, sino la calidad del aire en su ubicación. Eso significa que “la red proviene de varios sensores que cubren un área específica, no de un solo sensor que cubra una gran área”.
Adicional a los parámetros ambientales mencionados, los sensores permiten medir continuamente la humedad relativa, presión barométrica y compuestos orgánicos volátiles, entre otros.
“El sensor tiene un orificio que toma aire del ambiente y, con unos láseres o un sensor óptico, él está midiendo la calidad del aire que pasa por ahí”, resaltó. “Como es un plan piloto, nosotros necesitamos obtener, por lo menos, de dos a cinco años de datos, para comparar los datos que tenemos de estos sensores con los datos oficiales del Departamento de Recursos Naturales (y Ambientales, DRNA), que luego van a ser compartidos con la EPA (Agencia federal de Protección Ambiental) y ellos los publican anualmente en su página. A largo plazo, cuando hagamos el estudio, vamos a ver qué tan exactos son estos sensores en comparación con los que se utilizan para cumplimiento. Ya en Estados Unidos, la EPA y otros estados están utilizando los sensores y haciendo estudios para ver cómo ellos pueden usar estos sensores para estimar la calidad del aire en sus áreas”.
Para Pérez Matías –quien forma parte del Programa de Higiene Industrial del Departamento de Salud Ambiental–, este proyecto piloto permitirá llenar un “vacío geográfico” de información, al estimar que, “en el área central (de la isla), prácticamente no tenemos datos sobre calidad del aire”.
El DRNA utiliza el Índice de Calidad del Aire para divulgar diariamente –mediante estaciones de muestreo– la calidad del aire en Puerto Rico. Esta red –que hace mediciones de partículas finas (PM2.5), material particulado (PM10) y ozono a nivel del suelo (O3)– cuenta con monitores agrupados en Cataño, Ponce, Mayagüez y Bayamón, con otros dos sitios propuestos en Guayama y Salinas, según un reporte del DRNA.
Entre los retos del proyecto piloto –que requirió una inversión total de $10,491.50 provenientes de fondos institucionales del RCM–, el coordinador mencionó contar con una infraestructura de wifi en los lugares de instalación, necesaria para transmitir datos en tiempo real a la ciudadanía.
Por otro lado, destacó que la iniciativa –que servirá como una herramienta para estudiar aumentos repentinos en contaminación del aire, emisiones locales o condiciones atmosféricas adversas– permitirá integrar a universitarios y estudiantes del sistema público de enseñanza mediante experiencias prácticas, talleres de capacitación y el diseño de un sistema de monitoreo ambiental en las escuelas donde se colocan los sensores. Además, asistirán a maestros y administradores de los lugares seleccionados en el desarrollo de planes para contribuir a mitigar situaciones como el calor extremo.
“Luego que tengamos estos sensores instalados, la idea es tener, al menos, un sensor en cada municipio en Puerto Rico. Con estos 30 sensores que tendremos instalados, vamos a ver los datos que recibimos, vamos a validarlos, vamos a realizar los estudios con las otras estaciones y, si vemos que sí, que hay una buena estimación de los datos, podemos, entonces, extenderlo a otras partes de Puerto Rico, incluyendo Vieques y Culebra”, previó Pérez Matías.
Los datos de los sensores conectados a la red estarán disponibles al público en el portal de PurpleAir. Los sensores están identificados bajo las siglas UPR-RCM-SAAM, permitiendo acceso abierto a la comunidad científica y la población en general.
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