:format(jpeg):focal(646x164:656x154)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/gfrmedia/2U2AGA75EVEZ3JVCCRL2VFXMUQ.jpg)
El espíritu de las películas de acción de The Cannon Film Group, compañía que mantuvo ocupado a Chuck Norris y a Charles Bronson durante gran parte de los años ochenta, está vivo y en la pantalla grande con el estreno de “Plane”. El nuevo largometraje de Lionsgate, protagonizado por Gerard Butler, es el tipo de película que logra ser lo suficientemente efectiva como para no poder señalada como mediocre pero tampoco puede ser celebrada como una oferta ejemplar de su género.
El libreto del filme no está interesado para nada en ofrecer algo que sea original o que tenga profundidad dramática. Aún así, hay momentos donde se pueden detectar rastros de conflictos y personajes que no se desarrollaron cuando sus productores probablemente tuvieron que ajustar su presupuesto. El logro principal de esta película es que su ejecución impide que el espectador común esté pensando en cuantos millones se gastaron y se deje llevar por el momentum de la trama. En ese departamento, el filme funciona mucho mejor cuando los personajes principales se ven obligados a bajar del avión titular y tienen que enfrentar varios obstáculos que ponen sus vidas en peligro.
Antes de que eso suceda el filme arranca presentándonos brevemente al piloto Brodie Torrance (Butler) quien acepta hacerse cargo de un vuelo comercial el último día del año para poder celebrar el inicio de un nuevo año junto a su hija. Entre los pocos pasajeros que hay en su vuelo, se encuentra un preso que fue convicto de homicidio (Mike Colter) que está siendo trasladado a una facilidad federal de mayor seguridad. Después de enfrentar una tormenta eléctrica, el capitán Torrance se ve obligado a hacer un aterrizaje forzoso en un archipiélago cerca de las Filipinas que es dominado por un grupo de mercenarios.
Aunque exista espacio para desarrollar una dinámica interesante entre los personajes del piloto y el convicto, la producción se enfoca de lleno en establecer un ritmo donde se va rápidamente de una secuencia de acción a otra con la esperanza de que nadie se percate de que el libreto no cuenta ni con una idea que no se haya utilizado en otra película de acción. En varios de sus momentos claves las limitaciones del libreto son suavizadas por tener a actores como Butler y Tony Goldwyn, que interpreta al ejecutivo de la línea aérea encargado de generar un rescate. Gerard Butler no estará en la misma liga actoral que Bruce Willis, pero el filme hace buen uso de su carisma y su alcance dramático para ganar con facilidad la simpatía del público.
Durante su segundo y tercer acto la película le saca provecho a haberse filmado en Puerto Rico y tiene momentos de acción que logran ser viscerales. Esto choca bastante con las secuencias que dependen completamente de efectos digitales, que coquetean con tener la misma calidad de una secuela de Sharknado.