El actor Joaquín Phoenix es el protagonista de la nueva película "Napoleón".
El actor Joaquín Phoenix es el protagonista de la nueva película "Napoleón". (Captura)

Aunque la trama de “Napoleón”, la nueva producción de Sony Pictures que estrena este miércoles en los cines, se remonta varios siglos atrás al momento en que la figura titular tuvo su ascenso al poder en Francia, la propuesta de la dirección de Ridley Scott (”Gladiator”, “Thelma and Louise” y “Alien”) se remonta al principio de los ochenta.

Esta película recuerda dramas épicos como “Amadeus”, “Ghandi”, “Passage to India” o “Out of Africa”, filmes con lienzos visuales espectaculares que se tomaban su tiempo en construir la profundidad dramática de sus tramas particulares. Eso por sí solo justifica una visita obligatoria al cine.

Aquellos que no tengan nostalgia por esa época o nunca vieron ese tipo de filme en la pantalla grande, podrán aferrarse a los recursos modernos e irreverentes del filme, principalmente el guion de David Scarpa y las actuaciones de Joaquín Phoenix y Vanessa Kirby. Cada cual aporta de formas diferentes para darle vitalidad al filme, pero lo que tienen en común sus contribuciones es cómo le otorgan al filme el tono de una comedia subversiva.

El guion de Scarpa tiene una estructura convencional que lleva al protagonista desde que es un soldado ambicioso utilizando la inestabilidad de la revolución francesa para ascender en los rangos hasta el momento en que lo pierde todo en la batalla de Waterloo.

Sin embargo, tanto el guionista como el director del filme están mas interesados en cómo el hombre que se declara “Emperador”, alimenta su ego con sus triunfos profesionales pero destruye su dignidad y su auto estima con su vida personal. Esto convierte a “Napoleón” en un filme de contradicciones. Secuencia tras secuencia, usa narraciones de lo que se ha presentado como dato histórico y lo socava mostrando todas las debilidades e imperfecciones del hombre que lo protagoniza.

Desde el primer encuadre queda claro que ni la dirección de Scott ni la interpretación de Phoenix van en busca de crear algún tipo de empatía por Napoleón. De hecho, los momentos mas memorables del filme tienen al actor y al director deleitándose de acentuar lo patético que fue su búsqueda de validación tanto en su matrimonio con Josephine (Kirby) y en preservar su legado histórico.

Con una duración de casi tres horas, esta propuesta podría ser repetitiva y latosa. Lo que impide que esto suceda es que ninguno de los actores caen en la trampa de dar versiones unidimensionales de sus personajes. Phoenix en particular se encarga de proteger la humanidad de su rol. No le tiene ninguna compasión, pero sí se encarga de mostrar el miedo y la vulnerabilidad detrás de exterior estoico y sus comportamientos mas extravagantes y deplorables.

A pesar de la propuesta grandiosa y multimillonaria, el “Napoleón” de Ridley Scott y Joaquín Phoenix tiene como núcleo a un hombre que nunca logra ser honesto consigo mismo. Esto en momentos es ridículo y, en otros, le da una melancolía que no suele estar presente en este tipo de película.

💬Ver comentarios