Washington — Los médicos saben desde hace mucho tiempo que el calor ejerce presión sobre el corazón, los riñones y otros órganos. Esos riesgos se exacerban para las embarazadas, ya que los procesos del cuerpo para mantenerse fresco se alteran.

Es un problema que el cambio climático, causado por la quema de combustibles como la gasolina y el carbón, está empeorando. La intensificación de los fenómenos de calor extremo, las altas temperaturas hasta bien entrada la noche y la ruptura de récords meteorológicos significan una mayor exposición para las embarazadas, particularmente en los países en desarrollo.

El embarazo cambia el cuerpo de muchas maneras, lo que puede hacer que sea más difícil e incómodo disipar el calor. ‘Una cosa obvia es que las embarazadas tienen una barriga, dependiendo de lo avanzadas que estén, y eso es un cambio en su relación superficie a volumen’, dijo Anna Bershteyn, profesora asociada de la Escuela de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York y directora del Proyecto HEATWAVE, una iniciativa destinada a mejorar la investigación sobre la prevención de muertes por calor extremo. El calor sale del cuerpo a través de la piel, por lo que cuando el vientre se agranda, el calor tiene que viajar más lejos para escapar.

A medida que avanza el embarazo, el cuerpo quema más calorías, creando calor interno. El corazón tiene que trabajar más, lo que ya puede verse afectado por el calor extremo. Y las personas embarazadas también necesitan más líquido para mantenerse hidratadas, por lo que podrían deshidratarse más fácilmente, según la Agencia de Protección Ambiental.

Una forma en que el cuerpo se enfría es desviando la sangre hacia la piel y lejos de los órganos centrales, por lo que la piel de una persona puede enrojecerse cuando tiene calor. Investigaciones emergentes indican que la reducción del flujo sanguíneo a la placenta puede afectar el desarrollo del feto.

Para las embarazadas que manipulan sustancias potentes como los pesticidas, el aumento del flujo sanguíneo también puede aumentar la absorción de productos químicos, dijo el Dr. Chris Holstege, jefe de la división de toxicología médica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Virginia.

La investigación está comenzando a mostrar que la exposición al calor extremo incluso en los meses previos al embarazo puede afectar un futuro embarazo, dijo Cara Schulte, investigadora de la Universidad de California Berkeley y de la organización sin fines de lucro Climate Rights International que estudia la salud materna y el calor.

Durante el embarazo, incluso la exposición a corto plazo al calor puede aumentar el riesgo de complicaciones graves de salud materna, como los trastornos de la presión arterial alta del embarazo, según la EPA. Eso incluye la preeclampsia, una condición que puede ser fatal tanto para la madre como para el niño.

El calor también puede empeorar la ansiedad, la depresión y los sentimientos de aislamiento y una vez que nace el bebé, ‘todas esas cosas se ven agravadas por esta dificultad que tienen las mujeres posparto para cuidar a sus hijos en el calor’, dijo Schulte.

A medida que crecen, los niños que están expuestos al calor extremo en el útero pueden tener un mayor riesgo de enfrentar desafíos de desarrollo a lo largo de sus vidas, potencialmente relacionados con resultados adversos como el parto prematuro o el bajo peso al nacer, dijo Schulte.

‘Esta es una cosa enormemente poco estudiada’, dijo Bershteyn, y agregó que gran parte de lo que sabemos proviene de estudios que reclutan atletas, soldados o jóvenes en forma. ‘No ha habido el mismo nivel de compromiso con la investigación sobre la salud de la mujer’.