

17 de noviembre de 2025 - 1:20 PM


Tan reciente como el pasado mes de octubre, el cantante briánico Robbie Williams, causó preocupación al anunciar que padece síndrome de Tourette, trastorno neurológico que causa movimientos y sonidos repetitivos e involuntarios, llamados “tics”, que las personas no pueden controlar fácilmente, además de afectar su vida diaria y su carrera. Sin embargo, en ese momento dijo que, en su caso, el síndrome no se manifiesta externamente, sino que son “pensamientos intrusivos que ocurren dentro de mí”.
Ahora, el artista de 51 años vuelve a ser noticia al confesar públicamente que su visión se ha deteriorado de forma preocupante y que teme llegar a quedarse ciego.
Según declaraciones de Williams, su pérdida de visión presuntamente estaría relacionada con el uso de inyecciones para adelgazar.
“Quiero advertir sobre los posibles riesgos, para que se informen bien”, declaró a The Sun. “Empecé a usar las inyecciones bastante pronto, pero también estoy notando que mi vista no es muy buena”.
Asimismo, en una entrevista reciente recogida por medios como The Independent, afirmó: “Llevo un tiempo viendo borroso, y cada vez va a peor. No creo que sea por la edad; creo que son las inyecciones“.
Williams explicó que no puede distinguir a personas específicas en sus conciertos y que recientemente asistió a un partido de fútbol donde los jugadores le parecían manchas borrosas en un campo verde.
Ya en 2023, Williams había revelado que su reciente pérdida de peso se debía a inyecciones y que era una necesidad médica debido a sus episodios de depresión, debido a que el tema del sobrepeso tenía un impacto en su salud mental.
Los fármacos con tirzepatida (Zepbound y Mounjaro) y semaglutida (Wegovy y Ozempic), aprobados por la FDA, actúan imitando las hormonas que se activan después de comer para regular el apetito y la sensación de saciedad. Ambos imitan una hormona llamada péptido-1 similar al glucagón, conocida como GLP-1. La tirzepatida se dirige a una segunda hormona, el polipéptido insulinotrópico dependiente de la glucosa (GIP).
Estos medicamentos inyectables han probado su efectividad para tratar la diabetes y llevan a una pérdida de peso efectiva. Sin embargo, cabe destacar que provocan una serie de efectos secundarios a tener en cuenta a la hora de su utilización, tales como: náusea, diarrea, pérdida del apetito, vómito, estreñimiento, indigestión y dolor de estómago.
La situación publicada por Williams pone sobre la mesa este tema y la relación entre el uso de este tipo de fármacos y los problemas oculares. Y es que, aunque no existe todavía una evidencia sólida y concluyente de que sea el causal para la pérdida de visión, ya se han publicado estudios que alertan de una posible asociación.
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