Cuando en diciembre inició la vacunación contra el COVID-19 en Puerto Rico, el anuncio sobre el principio del fin de la pandemia alivió una fatiga que parecía interminable. La esperanza se cifró, en gran medida, en alcanzar la llamada inmunidad de rebaño, o ese punto en el que, superado un 70% aproximadamente de población vacunada, se daría paso a una protección colectiva.