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Wanda Crespo y María Calixta Ortiz son parte del grupo de investigadores que produjo la Guía para el desarrollo de huertos urbanos comunitarios. (GFR Media)
Wanda Crespo y María Calixta Ortiz son parte del grupo de investigadores que produjo la Guía para el desarrollo de huertos urbanos comunitarios. (GFR Media)

En momentos de crisis fiscal, agudizada por la amenaza del cambio climático al sistema alimentario, Puerto Rico carece de una política pública que reconozca la agricultura urbana como una actividad de desarrollo socioeconómico.

Existen iniciativas aisladas para fomentar la siembra en las ciudades, pero no todas proveen la estructura ni el acompañamiento ciudadano requeridos. Los incentivos para este tipo de agricultura –no convencional– escasean.

Con esa realidad se toparon los investigadores que elaboraron la Guía para el desarrollo de huertos urbanos en Puerto Rico, un documento recién publicado, que busca fortalecer el potencial gestor de los municipios y los ciudadanos interesados en la agricultura urbana.

Lo que encontraron los investigadores fue un retrato del diario vivir de agricultores urbanos que, casi de forma orgánica, han aprovechado lotes baldíos o en desuso para crear sus huertos.

“Esta guía es el resultado de tres años de estudio”, dijo la investigadora principal y directora de proyecto, María Calixta Ortiz, al señalar que el trabajo incluyó la evaluación de 15 huertos urbanos comunitarios en San Juan.

Explicó que se escogió ese municipio, pues es el de mayor población en áreas urbanas y, por ende, uno de los de más vulnerabilidad alimentaria.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, en inglés) define la agricultura urbana como la producción, procesamiento y mercadeo de cultivos comestibles, incluyendo plantas y animales, dentro de los límites de la ciudad y en sus alrededores inmediatos.

Dos secciones

Ortiz indicó que la guía está dividida en dos secciones, siendo la primera la que contiene los resultados de la investigación en sus cuatro componentes: aspectos físico-espaciales, socioeconómicos, comunitarios y de capacitación, y calidad ambiental y tecnología agrícola.

“Esta primera sección ofrece desde el marco teórico hasta las ventajas y los modelos de cómo implantar agricultura urbana. Se desglosan estrategias y estudios de caso de otros países, al igual que medidas de cómo organizar las comunidades y generar la gobernanza necesaria para las iniciativas de agricultura urbana. Son muchas herramientas para gente que sabe y no sabe de agricultura”, dijo.

Por su parte, la coinvestigadora y planificadora, Wanda Crespo, señaló que la segunda sección “surgió de los propios agricultores”, y provee herramientas de fácil manejo para los desarrollados en establecer un huerto urbano.

Por ejemplo, hay información relacionada a qué, dónde y cómo cultivar, así como modelos de tablas para manejar huertos, cartas para conseguir fondos y tablas de estimación de gastos.

“En internet, hay muchas guías de desarrollo de huertos urbanos, pero esta es la más relevante porque el trabajo no se hizo desde un escritorio. Las preguntas que se contestaron se trabajaron, en conjunto, por agricultores, comercios, la población general y quienes hacen política pública en Puerto Rico. Esta es la primera vez que se hace una investigación sistemática de cómo funcionan los huertos urbanos en la isla”, dijo.

Al compartir más hallazgos de la investigación, Ortiz y Crespo resaltaron que la agricultura urbana sería mucho más rentable si hubiera una política pública que la regulara, que a estos agricultores se les dificulta vender su producción, y que algunos huertos se pierden porque dependen de un solo líder.

“Hicimos entrevistas a negocios (de comida) y encontramos que el interés por adquirir este tipo de producto es sustancial; lo que falta es la conexión. También, se hizo una encuesta de 492 personas, en todo Puerto Rico, y hay mucho interés en consumir alimentos de áreas urbanas”, indicó Crespo.

Otro hallazgo, dijo Ortiz, es que el modelo cooperativista “es muy bueno” para el desarrollo de huertos urbanos comunitarios, pues “provee una estructura legal” y aumenta el sentido de pertenencia de los ciudadanos.

Como parte de la investigación, se estudió la viabilidad de tres terrenos del Municipio de San Juan para establecer huertos urbanos comunitarios. Dos de los terrenos ubican en Península de Cantera y el otro, en Venus Gardens. Los tres están en desuso.

La consultora ambiental Brenda Guzmán tuvo a cargo la evaluación de calidad ambiental, y determinó que los tres terrenos pueden destinarse a usos agrícolas.

“Ninguno de los predios ha tenido usos que puedan ser indicativos de contaminación ambiental, y lo comprobamos con el muestreo de calidad de suelo para todos los contaminantes prioritarios que hicimos”, expresó.

Guzmán instó a las comunidades a “apropiarse” de los terrenos y usar la guía para establecer los huertos. “Son espacios a los que se les pueden dar usos productivos, lo que trae, además, beneficios sociales, ambientales y estéticos”, afirmó.

En la investigación, participaron agricultores cooperadores, como Ángel Guevárez, miembro fundador del huerto, vivero y bosque urbano comunitario de Capetillo.

“Buscamos información de otros agricultores y la llevamos a la mesa, para que tuvieran nuestra experiencia. Usamos eso para auscultar las necesidades de los agricultores y desarrollar estrategias para unirlos bajo una sombrilla, que sería una red de huertos urbanos”, expresó.

Guevárez, quien es agricultor urbano hace 10 años, dijo que, “con un lenguaje sencillo y fácil de digerir”, la guía permite a ciudadanos y municipios desarrollar huertos en las ciudades.

“Vivimos momentos muy difíciles después de María, pero ahora tenemos la oportunidad de usar esa experiencia para adoptar la agricultura urbana y ponerla en práctica”, acotó.

La guía fue desarrollada por el Proyecto de Agricultura Urbana Comunitaria del Centro de Estudios para el Desarrollo Sustentable de la Universidad Metropolitana, bajo un acuerdo colaborativo con el Instituto Nacional de Alimentos y Agricultura del Departamento de Agricultura federal, del programa de Investigación y Educación en Agricultura Sustentable de la Región Sur.

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