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La felicidad estriba en servir

Abigaíl Ramos brinda orientación y acompañamiento a mujeres impactadas por el cáncer

16 de agosto de 2011 - 6:00 AM

Nota de archivo
Esta historia fue publicada hace más de 14 años.

Abigaíl Ramos no quiere llegar a los 100 años. Le basta con pasar el resto de sus días enlazada con la vida y la solidaridad.

Tras su diagnóstico de cáncer de seno hace ocho años, Ramos tuvo el valor de ir al encuentro de lo más profundo de su ser en busca de fuerzas internas para seguir viviendo. Lo hizo junto a otras 18 mujeres que tampoco tenían tiempo que perder.

“Nadie te va a comprender tanto como alguien que ha caminado el mismo camino que tú. Por eso, nos llamamos hermanas de camino”, expresa sobre las participantes de los talleres gratuitos de crecimiento interno que ofrece la Fundación Mujer Sin Tiempo, en la que ahora realiza trabajo voluntario.

En esos talleres aprendió a liberar las emociones negativas que habían quedado atrapadas con el paso del tiempo, a perdonar como herramienta para acceder a su poder sanador, a darle alas a su juguetona niña interior y a descubrir lo que tanta “energía, alegría, bendiciones” ha traído a su vida.

“(El cáncer) me abrió una puerta, me permitió aprender que la llave de la felicidad estriba en servir. Ya no quiero dejar de servir. Ya yo siento que, si no sirvo, no sirvo”, sostiene la risueña mujer de 63 años.

Como voluntaria de la Fundación, Ramos participa en charlas educativas y ferias de salud, enseña cómo hacerse el autoexamen del seno, motiva a realizarse la mamografía y brinda apoyo, acompañamiento y seguimiento a las participantes de la serie de talleres Enlace con la Vida, entre muchas otras tareas.

Pero es quizá trabajando en la oficina de su hermano, un cirujano maxilofacial que atiende casos de cáncer oral, donde su servicio no tiene precio ni fin. Siempre que el doctor va a dar un diagnóstico de cáncer a un paciente, ella está presente para apoyar y compartir su experiencia.

Incluso de oficinas médicas vecinas le envían pacientes. “A veces, solo necesitan que alguien les diga que saldrán (de su depresión) cuando tengan que salir, que su momento llegará”, manifiesta sobre el proceso de dolor que ella también atravesó, sobre todo cuando su corazón comenzó a infartar a causa de la radioterapia que recibió contra el cáncer. Tiene una mastectomía parcial y dos bypass.

Para Celia I. Cruz, fundadora de Mujer Sin Tiempo, la labor voluntaria de Ramos y de tantas otras sobrevivientes es “el mejor testimonio de que es posible la transformación y de que hay vida después de la sanación”.

Ramos, en tanto, insiste en la necesidad de que más y más personas se sumen al batallón de voluntarios que necesita el país. “No podemos dejarle todo (el trabajo) al gobierno, a la escuela, a la iglesia. Nos corresponde a cada uno arreglar nuestro pequeño mundo”.

Cuando se le pregunta si hay algo de tristeza en su corazón, reconoce que al pensar en algunas de sus 18 hermanas. La menor ya murió y otras “tres o cuatro” ya están atravesando el proceso de metástasis.

“Veo la muerte como paz, pero nunca he pensado que me voy a morir. Yo estoy en el camino, abriendo las alas de mi corazón para dar y recibir. Y siempre, por mucho, recibo más de lo que doy”.

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