Mucho más allá de cumplir un sueño y regalarle a Puerto Rico un motivo de celebración, la grandeza del viaje que realizó al espacio la maestra boricua Aymette Medina Jorge radica principalmente en el impacto que tendrá ahora en la vida de cada uno de sus estudiantes.

“Aquí”, subrayó la maestra mientras colocaba una de sus manos en la cabeza, “hay alrededor de 200 planes de trabajo para realizar”, contó a El Nuevo Día durante una breve entrevista tras su arribo a la isla, en referencia a las actividades e investigaciones que tiene en agenda con sus alumnos.

Medina Jorge, quien se convirtió el sábado en la primera mujer puertorriqueña y educadora hispana en viajar al espacio como parte de la misión NS-32 de la empresa Blue Origin, fue recibida este lunes al ritmo de pleneros en el Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín.

“Mi misión es una misión con propósito”, subrayó, al destacar el elemento educativo de su viaje al espacio. “Trabajar con lo que es darle la oportunidad a los estudiantes de que puedan experimentar con cosas que han sido expuestas a condiciones cercanas al espacio”, abundó la maestra de escuela superior, aunque también lidera proyectos educativos con los que impacta alumnos de primero, segundo y cuarto grado, incluyendo iniciativas con la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, en inglés) y otros programas con los que impacta, de igual modo, a estudiantes de Latinoamérica y otras partes del mundo.

Medina Jorge mencionó, por ejemplo, que, desde tres días antes del vuelo y hasta el día después, tuvo colocado un dispositivo biométrico que recogió información que ahora sus estudiantes podrán monitorear y usar para sus investigaciones. También llevó consigo otro dispositivo de sus estudiantes, que debía probarse antes de viajar en octubre a la Estación Espacial Internacional, y voló un microcontrolador de robótica.

“Con eso, los estudiantes en el salón pueden hacer investigaciones, pueden montar un robot si lo desean, correr varios sensores, y es importante proveerles esas herramientas para que aprendan a programar, porque realmente todo va a ser programado en un futuro”, continuó la educadora.

También llevó consigo semillas que podrán ser adquiridas por algunas escuelas para utilizarse en el proceso educativo con el estudiantado.

“Que puedan experimentar qué pasa con esas semillas en términos del proceso de germinación, si germinaron o no germinaron después de que fueron expuestas a condiciones cercanas al espacio, cuántas germinaron, si van a buscar fototropismo o gravitropismo, qué pasa con las raíces primarias, con las raíces secundarias, tienen muchísimo más para poder investigar, y eso motiva a los estudiantes a pensar fuera de la caja”, anotó.

Medina Jorge también espera poder inspirar a los estudiantes a pensar en torno a las posibilidades de estudios y carreras en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, en inglés). “Este proceso de vuelo me va a ayudar a mí y a otros maestros a poderles proveer las herramientas, a los estudiantes, necesarias para que ellos puedan tomar una decisión informada acerca de su futuro”, manifestó.

De vuelta al archipiélago borincano, la maestra también reflexionó sobre la delicadeza del planeta Tierra, en medio de la inmensidad infinita del espacio, y la necesidad urgente de hacer más para proteger el ambiente y los ecosistemas del lugar que habitan los seres humanos. El viaje, sostuvo, “invita a reflexionar de lo frágil que es la Tierra”.

La educadora boricua es ahora parte del selecto grupo de personas que puede relatar cómo luce la Tierra en medio del Universo.

“Me impresionó mucho el negro profundo que tiene el espacio, allí es donde tú internalizas y dices, ‘wow, nos falta mucho para poder explorar todo lo que hay muchísimo más allá de la Tierra’. [...] Realmente, es infinito, y cuando lo combinas con ese azul cielo brillante que rodea la Tierra, tú ves ese campo magnético, es una cosa que te deja sin aliento”, relató. “Espero ser capaz de transmitirle esa emoción a los estudiantes”.