El programa preescolar de Head Start, adscrito a la Administración federal de Niños y Familias, ha servido, desde su creación en 1965, a unos 40 millones de menores en todo Estados Unidos y Puerto Rico, mientras que, datos oficiales del gobierno federal, muestran unos 715,873 niños y mujeres embarazadas impactados por el programa, solamente durante el año fiscal 2024-2025.
El programa, creado bajo la administración del expresidente Lyndon B. Johnson como seguimiento a un proyecto de ley planificado por su predecesor, el asesinado presidente John F. Kennedy, ha sido parte integral de comunidades urbanas y rurales de toda la nación en sus 60 años de operación .

Si bien el deseo de Kennedy, según su propio recuento, surge de presenciar de primera mano la pobreza y marginación en las comunidades rurales en el oeste del estado de Virginia durante su campaña presidencial para las elecciones de 1960, la evidencia histórica relata que la estructura del programa y su operación fueron inspirados por una humilde escuelita desarrollada durante la década de 1950 en la comunidad marginada de La Perla, por la primera mujer administradora de la ciudad de San Juan, Felisa Rincón de Gautier, conocida como “doña Fela”.
Fue durante la breve visita del presidente estadounidense a Puerto Rico, el 15 de diciembre de 1961, que él y la primera dama conocieron sobre la “escuelita maternal” de la comunidad La Perla, quedando tan impresionados con la organización del proyecto de doña Fela, que el presidente decidió moldear su proyecto de ley para la creación del programa de Head Start a base de la idea desarrollada en el arrabal.
“Cuando el presidente Kennedy visitó a Puerto Rico con la primera dama, quedaron muy impresionados con la organización de la escuela en La Perla, que doña Fela había comenzado a desarrollar en 1949”, explicó el doctor Alex Augusto Claudio Morales, historiador y autor del libro “Felisa Rincón de Gautier y su aportación al desarrollo de la barriada La Perla entre 1945 y 1951”.
“Las obras que Felisa Rincón desarrolló en San Juan son un reflejo del deseo por crear una ciudad progresista, con calidad de vida, con la ayuda de comerciantes y otras entidades de la capital”, añadió.
“Cuatro mujeres sin preparación académica”
El programa de escuelas maternales fue diseñado como una herramienta para que ambos padres en familias de escasos recursos económicos pudieran dejar a sus hijos al cuidado de personas responsables mientras ellos iban a ganarse el sustento.
La lógica de doña Fela era sencilla: si más personas en los arrabales de San Juan tuvieran la oportunidad de trabajar, mejoraría la calidad de vida colectiva de la comunidad.
“En una entrevista que se le hiciera a la alcaldesa el 2 de octubre de 1985, doña Fela comentó que ‘a pedido de madres y padres trabajadores de escasos recursos’ dio paso a este proceso de creación de las escuelas maternales. El objetivo primordial era darle un cuido adecuado, una buena nutrición, enseñarles principios de la vida socializada y ofrecerles recreación, a la vez que permitía a los padres tener mayor libertad para que buscaran trabajo y pudieran tener mayor crecimiento económico”, relató el historiador.
Claudio Morales indicó además que, en otra entrevista realizada a la administradora de la capital y recogida en el Proyecto de Historia Oral, la legendaria alcaldesa asegura que la escuelita maternal comenzó con “cuatro mujeres que no tenían preparación académica alguna” y con la única ayuda económica proveniente de entidades sociales de San Juan, quienes costeaban los alimentos para los niños.

Al principio, estas mujeres sin preparación académica designadas como maestras, explica el historiador en su libro, mostraron gran preocupación sobre cómo impartirían la enseñanza sin tener conocimiento alguno de educación.
Doña Fela, entonces, las convocó a su despacho.
“Quiero darles a los niños algo que no pueden tener en sus propios hogares: afecto. El afecto que una madre cansada que llega de trabajar no puede dar; eso es lo que yo quiero que les den a esos niños. Cada uno de ellos debe sentirse que importa. Si un niño siente que importa, va a tener éxito en la vida”, asegura el texto de Claudio Morales que la administradora le indicó a su equipo de cuidadoras.
La escuelita de La Perla, y las que luego comenzaron a inaugurarse en otros arrabales de la ciudad, eran mucho más que una simple guardería; estaban enfocadas en la educación y el desarrollo individual de los menores, en momentos en que la educación preescolar formal era prácticamente inexistente para las personas trabajadoras.
En su portal web, The Gravely Group, una de las principales empresas consultoras a nivel nacional para los Head Start, reconoce directamente la aportación de la administradora de San Juan a la creación del exitoso programa.
“Rincón de Gautier fue alcaldesa de San Juan, Puerto Rico, durante 22 años y fue un factor clave en la formación de la ciudad actual. Como profesionales de Head Start, es importante comprender su historia y reconocer a los líderes que nos precedieron. Sin ellos, Head Start, uno de los programas de lucha contra la pobreza más longevos de Estados Unidos, quizás no habría existido”, señala el portal de la empresa.
Un modelo a replicar
Doña Fela fue muy celosa con el desarrollo de ese modelo, probando que el diseño estratégico desarrollado junto a su equipo de trabajo fue el acertado.
La administradora de la capital visitaba con frecuencia la escuelita y hacía hincapié en la excelente disciplina de los niños. Se aseguró, además, de que un pediatra donara de su tiempo y visitara a los estudiantes una vez por semana. De esa manera se creaba un récord médico para los menores.
También se contrató a un barbero y se impartían clases de historia de Puerto Rico. El currículo de enseñanza espiritual era dirigido personalmente por doña Fela.
Angélica Rincón, sobrina de Felisa, fue la encargada de diseñar un programa especial para la escuela como directora de la Oficina de Relaciones Públicas del Municipio de San Juan –bajo cuya sombrilla estaba la administración de la escuelita. Este programa también preparaba a los niños y a sus padres cuando estos decidían relocalizarse en Estados Unidos durante las primeras grandes migraciones de puertorriqueños en la década de 1950.
“Doña Fela pidió a los cuidadores que tratasen a los niños como si fueran suyos, ya que el amor era fundamental para ellos”, indica Claudio Morales en su libro.

Tuvo sus contratiempos
Sin embargo, y a pesar de ser, a todas luces, una excelente idea, en el momento tuvo sus detractores, que cuestionaban cómo un personal sin la experiencia y el entrenamiento necesario en educación podrían encargarse de timonear el proyecto.
Ante estos señalamientos, Rincón de Gautier se propuso continuar inaugurando escuelas maternales en cada uno de los arrabales que bordeaban la ciudad y demostrar que las escuelitas maternales sí funcionaban.
Como todo proyecto novel, existen riesgos colaterales imprevistos en su desarrollo. En el caso de las escuelitas maternales, por un lado, mejoraron la calidad de vida de las personas en estas comunidades, pero, por otro, dispararon la densidad poblacional de estas zonas, atrayendo a cientos de familias.
“La escuelita materna en La Perla trajo un crecimiento poblacional y una rápida evolución de los arrabales”, indica Claudio Morales en su libro.
El historiador señaló que, para la primera mitad del siglo XX, La Perla llegó a tener 5,000 habitantes. Sin embargo, y pese a los esfuerzos del gobierno a través de las décadas de movilizar a todas las familias de la barriada hacia otros lugares, por siglos, la comunidad ha resistido los vaivenes políticos y sociales de Puerto Rico.
