

10 de septiembre de 2025 - 11:14 AM
La revuelta juvenil que sacudió Nepal entre el 8 y 9 de septiembre dejó un rastro de destrucción sistemática. Los ataques no fueron aleatorios, sino que se dirigieron a los principales símbolos del poder político, administrativo y económico, en un intento por desmantelar físicamente un sistema que los manifestantes ya no consideran legítimo.
A continuación, se detalla un inventario de los daños materiales más significativos reportados:
El ataque se centró primero en el corazón del Estado nepalí. Los tres poderes, legislativo, ejecutivo y judicial, fueron asaltados, buscando paralizar por completo la maquinaria gubernamental. El mensaje fue claro: un rechazo total a las instituciones.
Parlamento Federal: Asaltado e incendiado.
Complejo Administrativo (Singha Durbar): Incendiado, afectando a decenas de oficinas ministeriales.
Oficina del Primer Ministro: Incendiada.
Corte Suprema: Destruida por el fuego, paralizando el poder judicial.
Palacio Presidencial: Atacado e incendiado.
Residencia Oficial del Primer Ministro: Incendiada.
Sistema Penitenciario: Múltiples prisiones asaltadas, con más de 2,000 fugados. La cárcel de Nakhu en Katmandú fue parcialmente incendiada.
Puestos de Policía: Varios puestos fronterizos incendiados.
La ira de los manifestantes no se quedó en los edificios, sino que se dirigió de forma personal y violenta contra la élite política, a la que consideran responsable de la corrupción y de la represión. Los ataques a sus residencias privadas marcaron uno de los puntos más trágicos y brutales de la revuelta.
Residencias Privadas: Incendiadas las viviendas del ya ex primer ministro K.P. Sharma Oli, del ministro de Comunicación y del ex primer ministro Jhalanath Khanal, ataque que resultó en la muerte de su esposa.
Agresiones: El ex primer ministro Sher Bahadur Deuba fue agredido físicamente en el asalto a su residencia.
Sedes de Partidos: La oficina central del Congreso Nepalí fue incendiada.
La destrucción también alcanzó a símbolos del poder económico y mediático, percibidos por los manifestantes como parte del mismo ‘establishment’. Los ataques buscaron golpear no solo al Gobierno, sino también a las estructuras que consideran cómplices del sistema.
Hoteles: El Hotel Hilton de Katmandú fue destruido por un incendio.
Medios de Comunicación: Las oficinas de Kantipur Media Group, el mayor conglomerado de prensa del país, fueron incendiadas y sus servidores desconectados.
Comercios: Varios concesionarios de automóviles fueron incendiados.
Finalmente, la revuelta provocó el colapso de la infraestructura clave del país, aislando a Nepal del exterior y paralizando por completo la vida cotidiana y la actividad económica.
Aeropuerto Internacional de Katmandú: Cerrado y puesto bajo control militar tras un intento de asalto.
Comercio y Turismo: Parálisis total de la actividad comercial en la capital, afectando a tiendas, farmacias y obligando a los turistas a refugiarse.
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