

9 de septiembre de 2025 - 12:28 PM
Jerusalén - El musicólogo español David Catalunya, investigador del Instituto Complutense de Ciencias Musicales, consiguió hacer este martes lo que nadie había logrado antes que él: hacer sonar en Jerusalén el órgano más antiguo de la cristiandad tras más de 800 años en silencio.
“Para mí es una emoción indescriptible. Es como abrir la tumba de un faraón y ver por primera vez algo que ha estado enterrado, silenciado en nuestro caso, durante tantos siglos y, de repente, que estos sonidos originales vuelvan a emerger y cobrar vida”, dice a EFE Catalunya en una entrevista en la Ciudad Vieja de Jerusalén.
Poco después, los presentes escucharon ensimismados, dentro del Convento San Salvador, cómo las notas de ocho tubos originales de este órgano único, junto a otras pipas replicadas, resucitaban en pleno siglo XXI a medida que el musicólogo valenciano iba tirando de los teclas de madera.
Este órgano constituye un tesoro histórico de un valor musical incalculable. Fue descubierto en 1906, por absoluta casualidad, cuando los franciscanos se disponían a levantar un nuevo hospicio para peregrinos en la Basílica de la Natividad de Belén, en un área que había sido un cementerio para católicos cristianos.
Durante las excavaciones encontraron 222 pipas de bronces, alrededor de dos tercios del total, además de 13 campanas y otros objetos litúrgicos que habían sido enterrados por los cruzados en el siglo XII, a fin de protegerlos durante la invasión musulmana y conquista de Tierra Santa.
Las piezas se guardaron entonces en el museo arqueológico del Convento de la Flagelación, un complejo monástico franciscano en la Ciudad Vieja de Jerusalén, pero durante más de un siglo su valor pasó desapercibido.
“Es el órgano más antiguo de la cristiandad. Los órganos más antiguos que se conservan en Europa datan del siglo XV, anterior a esto no tenemos absolutamente ningún resto material de órganos medievales. Y este órgano es cuatro siglos más viejo”, dice Catalunya sobre lo inaudito de este hallazgo.
Apodado el Órgano de Belén, lo más sorprendente para todos los involucrados en este proyecto internacional fue el hecho de que 8 de los 222 tubos originales, bien preservados, aún conservasen su sonoridad como si el tiempo no hubiera pasado por ellos.
“Es como encontrar un dinosaurio vivo. Algo que no nos imaginábamos que podríamos hallar”, dice ante el grupo de periodistas y asistentes Álvaro Torrente, director del instituto en el que investiga Catalunya.
El objetivo final, no obstante, es reconstruir en los próximos años el instrumento en su totalidad, para lo que el organero Winold van der Putter, originario de los Países Bajos, ha ido replicando los tubos y creado una caja de viento portátil a raíz de un modelo 3D.
Se espera que en los próximos 6 u 8 meses consigan una primera versión experimental.
“Es una manera de construir tubos, de pensar la música totalmente diferente. En cuatro siglos la música, y la construcción de órganos -la organería- evolucionó de forma significativa”, dice Catalunya.
O como lo explica Koos van de Linde, uno de los constructores de órganos más respetados en el ámbito de la música antigua y también partícipe de este proyecto: “Sabían muy bien lo que querían oír (...) La esperanza de los cruzados que lo enterraron no fue en vano”, dice sobre el milagro de escuchar este instrumento 800 años más tarde.
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