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La fecha no será fácil de olvidar: 9 de junio de 2016. El Servicio Nacional de Meteorología de Estados Unidos emitió en la mañana una advertencia rotunda: debido al intenso calor, la temperatura sentida en el cuerpo iba a alcanzar los 100 grados Fahrenheit. No era posible imaginar, en ese momento, cuánto en efecto iba a subir la temperatura apenas unos minutos después de emitida tal advertencia.