Más allá de ser una de las figuras más queridas e influyentes de la televisión puertorriqueña, Luis Vigoreaux Rivera, padre, fue, para muchos, un símbolo de cercanía, profesionalismo y calidez humana.
Su legado no se mide solo por los programas que marcaron una época, sino también por los reconocimientos que recibió y la huella que dejó en sus hijos, sus colegas y en el pueblo, que lo vio como uno de los suyos
En entrevista con El Nuevo Día, sus hijos Luisito y Roberto Vigoreaux, junto a entrañables compañeros como Ángela Meyer y Otilio “Bizcocho” Warrington, recuerdan al animador que supo ganarse el corazón de todo un país.
Vigoreaux: padre y amigo
Para Luisito, su padre era como un amigo y mentor, con quien estrechó lazos mayormente durante su época universitaria, cuando lo ayudó con la producción de programas que continúan presentes en la memoria del pueblo.
“El rol de papi conmigo se convirtió en uno de amistad”, contó. “Le podía dar ideas para los programas, para las entrevistas, o ayudarlo en sus programas”, expresó junto a su hermano Roberto.
“Así que en realidad no puedo hablar de este papá que fue el que te enseñó a correr bicicleta ni nada de esas cosas, pero puedo hablar del amigo, que coincidimos en muchas ideas de los mismos temas”, aseveró.
Nacido en Ceiba, el 12 de abril de 1928, Vigoreaux mostró, desde joven, un talento natural para la comunicación. Inició su carrera en la radio, pero fue en la televisión donde alcanzó la inmortalidad.
Ese amor por los medios lo heredaron sus hijos. Además de seguir sus pasos, es evidente que conservan recuerdos entrañables. Uno de ellos lo comparte Roberto, quien habló sobre uno de los mejores regalos que le hizo de cumpleaños.
“Tenía 13 años y me llama un día y me dice: “Mira, vamos a hacer unas audiciones para la película de Walt Disney, para que vayas”. Fui, me cogen para la película, que se filmó aquí en Puerto Rico. La sorpresa mía fue que fue antes de su cumpleaños”, dijo Roberto.
“Conseguirle regalos a papi para su cumpleaños era un problema. Entonces, esperé que fuera su cumpleaños y le dije: ‘Te tengo una sorpresa para tu cumpleaños’. Le comenté que iba a hacer la película y estaba súper contento. Siempre me acuerdo de eso”, agregó.
Se ganó el cariño de todos
“A papi todo el mundo lo quería en términos de su público, sus compañeros”, dijo Luisito. “Era bien jocoso, pero también era bien profesional y bien estricto. Por eso tuvo el éxito que tuvo”, añadió.
“Yo creo que eso fue lo más que inculcó en nosotros y con eso te digo que paga, paga el tú tratar bien a la gente, ayudarlos en lo que tu puedas”, agregó el también productor, con evidente admiración.
Luisito —quien destaca en el programa “La combi”, junto al comediante Emmanuel “Sunshine” Logroño— reconoció que lo que son se lo deben a su padre: “Él era así, y nosotros hemos sacado mucho de esa vena”.
Hijo de don Enrique, capataz de la Fajardo Sugar Company, y de doña Eulalia, Vigoreaux incursionó en la radio luego de que su familia se mudara a Río Piedras. En la industria, plantó bandera con su inigualable voz.
“Él estudió Humanidades. Creo que eso lo motivó y empezó, como empezamos todos, poniendo los micrófonos, cargando las mesitas y haciendo ese tipo de cosas, pero ahí empezaron a surgir programas que se convirtieron en íconos en la radio que después, en el 1954, pasaron a la televisión”, mencionó Luisito.
Destacó en la radio
En la radio brilló como locutor de la popular comedia “El Gran Hotel”, que protagonizaba Ramón Ortiz del Rivero, mejor conocido como “Diplo”. Más tarde, junto al fallecido comediante José Miguel Agrelot, creó el programa “Torito and Company”.
Cuando llegó la televisión, en marzo de 1954, Vigoreaux no solo sobrevivió la transición: la lideró. Fue locutor en “El Show Libby’s”, acompañado por la Orquesta Siboney, dirigida por Pepito Torres.
“Aquí se hacía doblaje, que era una industria bien importante... Así que él fue creciendo dentro de la industria. Puerto Rico creció escuchándolo y compartiendo con él y sus compañeros”, dijo Luisito.
A través de sus programas, Vigoreaux tocó la vida de muchas familias humildes, con regalos como electrodomésticos, y aún hoy, sus hijos reciben agradecimientos.
“He pasado por casas y me dicen: ‘Mira, el microondas que está en casa me lo gané en un programa de tu papá’. ‘El primer televisor a color que hubo en mi casa lo gané en su programa de televisión’. Eso hizo que se convirtiera en uno más del pueblo”, afirmó Luisito.
Colaboración con varias causas
“Papi hizo juegos para estudiantes, para casarse, hasta para divorciarse”, bromea. “Ayudaba a las comunidades y colaboraba con instituciones benéficas: la distrofia muscular, el Hospital del Niño, el cáncer. Esa obra la continuamos”, enfatizó.
“Se mantuvo el nombre. Las cosas que él hacia, el estilo de programas, nosotros lo continuamos. Gracias a Dios y al pueblo de Puerto Rico fuimos más que exitosos en eso. Yo creo que eso mantiene el recuerdo de papi más latente”, comentó.
Tanto Luisito como Roberto recordaron la conexión inigualable que su padre tenía con el público, conscientes de que logró traspasar la pantalla chica y ganarse el cariño de la gente, que lo llegó a considerar como uno más de la familia.
Vigoreaux destacó en programas como “El tren de la alegría”, “La hora cero”, “Luis Vigoreaux presenta”, “Sube, nene, sube” y “Pa’rriba, papi, pa’rriba”. Laboró en Wapa Televisión, Telemundo y el Canal 11.
“Papi hablaba con todo el mundo. Era bien gracioso porque venía una persona, tenía una conversación con él, como si se conocieran toda la vida, y cuando yo le preguntaba quién era, me decía: ‘Yo no sé’. Con la televisión tú entras a la casa de la gente y era como parte de su familia”, concluyó Roberto.
Colega y “amigo como pocos”
Más que un padre, Vigoreaux fue también recordado como un amigo y compañero de trabajo solidario, siempre pendiente del bienestar de quienes lo rodeaban y dispuesto a ayudar sin reparos, dentro y fuera de los medios.
“Era sumamente protector. Él nos protegía, nos aconsejaba, era como trabajar con un familiar. Era como un padre o un hermano mayor, siempre compresivo y afable”, expresó Meyer, en entrevista con este medio.

La artista -quien trabajó con el animador en “El Show del Mediodía” y “Luis Vigoreaux presenta”- afirmó que el crimen que ocurrió era “algo inimaginable” porque era un hombre muy querido por el pueblo de Puerto Rico.
“Era un amigo como pocos. Este crimen a mí me marcó y yo lloré la muerte de Luis por mucho tiempo por todo lo que significó para nosotros”, agregó Meyer, con voz entrecortada, al recordar lo que pasó.
Expresó también que la muerte de Vigoreaux fue un golpe muy fuerte, ya que se trató de un asesinato marcado por la crueldad, y que el crimen no solo la marcó a ella, sino a muchos dentro y fuera de la televisión.
“Los que fueron, me pregunto, ¿qué ganaron al final? Con hacer daño, ¿qué tú ganas? Destruyeron una familia, mataron a una persona. Luis siempre será Luis Vigoreaux. Aunque han pasado los años, sigue presente en el corazón de los artistas y del pueblo", concluyó.
“La televisión se hace con clase”
Por su parte, Warrington indicó que eran muy buenos amigos. Recordó, incluso, que el animador lo casó en uno de sus icónicos programas televisivos.
“Él me casó en su programa ”Sube, nene, Sube" en el 73. Luego, yo me fui a trabajar con él al teatro CVC en la Fernández Juncos. Estuvimos trabajando cerca de dos o tres años y fuimos muy buenos amigos", sostuvo.
A su entender, el legado que dejó Vigoreaux “es que la televisión se hace con clase”. “Era excelente productor, animador excelente y un ser humano espectacular. Me siento orgulloso de haber sido parte de sus amistades”, agregó Warrington.
El comediante también expresó que nunca pensó que la vida del querido animador iba a culminar de forma tan trágica. “Nunca lo pensé y pienso que nadie debe morir así”, indicó Warrington, quien atesora muchas vivencias con el animador.
“Cuando trabajamos en el teatro, me dice un día, porque había que hacer un escenario y hacia falta madera, y me dice: ‘Me hace falta madera, Bizcocho’. Yo le digo: ‘Ah, bueno, ¿cómo no?’. Me fui a una maderera y le traje dos trucks de madera y me dice: ‘¿Qué tú has hecho? Tú eres un exagera’o’, me has traído dos trucks de madera”. Hicimos el escenario del teatro CVC", concluyó.
La memoria de Vigoreaux se mantiene viva en el corazón de toda una generación. En honor a su legado, uno de los estudios en Wapa Televisión lleva su nombre, al igual que la avenida que discurre frente a la reconocida cadena de televisión puertorriqueña.