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La mujer alcapurria
Los niños y adolescentes van a seguir oyendo esas diatribas y además memorizándolas, para eso les ponen un teléfono en las manos desde que tienen tres o cuatro años. No obstante, lo que sí se puede hacer es educar a esas generaciones para que asuman de una manera crítica las frases más perversas, las relaciones desiguales o de violencia que esos temas plantean, expone Mayra Montero
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