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Adán en el Edén: mamífero, bípedo y, después de estrenar hoja de parra tras someterse a la dulce y riesgosa dulzura de la desnudez primaria, también humano. Nunca tuvo hijas, así que se conformó con ser testigo de cómo sus dos hijos machos encarnaban con rencor filial las tesituras del Bien y el Mal, con mayúsculas. Toda una macharranería el jardincito ese. En ese escenario, Eva solo era un asterisco que movía las secuencias de la historia (manzana, carne, seducción, caída, maternidad).
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