En la primera plana de este diario, entre los “regalos en boga” para el Black Friday, apareció un aparato extraño. Se trataba de un “air-fryer”, querido por su conveniencia y sus beneficios nutricionales comparados al exceso de aceite en sartenes y freidoras tradicionales. Aunque mucha fritanga al aire no sale tan reluciente—es decir, tan grasosa y tostada—como la de nuestros quioscos de la infancia, su cocción es efectiva, su sabor el mismo y su detrimento a la salud mucho menor.
Se adhiere a los criterios de The Trust Project
El efecto freidora
Gerardo Lamadrid comenta sobre la dieta boricua rica en grasas saturadas y el mercadeo de un nuevo aparato denominado “air fryer”
The opinions expressed in this article are solely those of the author and do not reflect the views or beliefs of El Nuevo Día or its affiliates.





