Si comparáramos el Puerto Rico de ayer con el de hoy, nos quedaríamos boquiabiertos por la forma en que nuestras industrias insignias no brillan como antes. Fue para finales del siglo pasado cuando la isla dejó de ser el país de los incentivos contributivos, de albergar a los mejores empleados del mundo y se convirtió en la cuna caribeña del mantengo.
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