Retomemos la contracultura de los años 60
En Estados Unidos, los 1960 fueron la década de la contracultura hippie. En plena Guerra Fría, inspirados por corrientes culturales como la literatura Beat y la música rock, movimientos como la Nueva Izquierda y la campaña para el desarme nuclear, y prácticas espirituales como la meditación trascendental, miles de jóvenes occidentales se entregaron al llamado de Timothy Leary (pionero del LSD) a turn on, tune in, drop out—”enciende, sintoniza, abandona”.
:format(jpeg)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/gfrmedia/WJRJFMLI5FF4HGN6V2OD2PA2K4.jpg)
En este vigesimoprimer año del vigesimoprimer siglo de la Era Común, dada la proliferación de la pornografía y las redes sociales, no queda cuerpo ni aparato que “encender”, y medio mundo está harto de “sintonizar”. Millones de jóvenes, sin embargo, siguen listos para abandonar—y abandonar más que sus familias y universidades. Estos jóvenes—como los hippies radicales de antaño—consideran abandonar la civilización por completo.
Y antes que suenen las alarmas de los conservadores o las quejas de alarmismo de los liberales, aclaro que no respaldo dicho abandono—pero tampoco puedo juzgarlo. No queda duda de que la crisis climática y la desigualdad están fuera de control, y que demasiados líderes reunidos recientemente en el G-20 y el COP26 no harán ni lo mínimo por frenarlas. Las corporaciones responsables tampoco actuarán sin nosotros exigírselo tajantemente.
La contracultura contemporánea ha tenido logritos últimamente, como la despenalización del cannabis por doquier y la inclusión del skateboarding en las olimpiadas. También tiene nuevos héroes huelguistas valientes, como Greta Thunberg. Mas las represalias fascistas y nacionalistas alrededor del mundo han sido devastadoras.
Tenemos que tornar productivas estas energías contraculturales de nuestra época. Los 2020 no serán la década de darnos por vencidos. La recordaremos como la década en que abandonamos la cultura mainstream que nos trajo hasta el precipicio, y la reemplazamos con una contracultura de solidaridad internacional y justicia ambiental.
No podemos seguir esperando.
TE PODRÍA INTERESAR:
John Lennon: a 40 años de su muerte el genio musical permanece tan vigente como siempre
Otras columnas de Gerardo Lamadrid
sábado, 14 de enero de 2023
Silvestre, salvaje en Canadá
Donde vivo en Ontario no hay perros ni gatos realengos a quienes cogerles pena, pero hay zorrillos que te acechan con sus colas de plumero, amenazándote con apestarte la vida, escribe Gerardo Lamadrid Castillo
martes, 8 de noviembre de 2022
¿Por qué nos fascina el multiverso?
Querer imaginar toda eventualidad es un instinto humano inquebrantable, escribe Gerardo Lamadrid Castillo
domingo, 7 de agosto de 2022
Un Puerto Rico en el Pacífico
Gerardo Lamadrid Castillo expone curiosos paralelismos entre San Diego, California, y Puerto Rico
lunes, 11 de julio de 2022
Constituciones que me hacen llorar
Reconocer que un país es más que una sola bandera, un solo arquetipo etnocultural, una sola manera de ser y comunicarse, y que el Estado debe celebrar y fomentar esa realidad, no es fácil. Requiere compromisos auténticos con la democracia y la verdad, escribe Gerardo Lamadrid