Nicaragua es un país orwelliano, donde la mentira oficial busca imponerse sobre la verdad, y crear una realidad paralela que a través de la reiteración del discurso llegue a volverse dominante, escribe Sergio Ramírez
Nicaragua es un país orwelliano, donde la mentira oficial busca imponerse sobre la verdad, y crear una realidad paralela que a través de la reiteración del discurso llegue a volverse dominante, escribe Sergio Ramírez
Un amigo que seguramente nunca ha leído a Kafka, llamó el otro día por teléfono al inspector Dolores Morales, que ya retirado tiene en Managua su oficina de detective privado, y que tampoco ha leído a Kafka, y le comentó que cada día ocurre en Nicaragua una situación kafkiana: muchachos que ya estuvieron en la cárcel como reos políticos son vueltos a capturar, sacados de sus casas con toda violencia y sin orden judicial alguna, y llevados a centros de detención desconocidos, para ser condenados después por jueces sin rostro mediante sentencias que ya están escritas en machotes de solo rellenar el nombre del procesado.
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