

La comunidad científica ha discutido durante años el papel de lo que conocemos como el microbiota intestinal en la salud humana. En columnas anteriores, he destacado cómo estas bacterias del intestino benefician la digestión y el sistema inmune. También he mencionado que algunos tumores malignos están aumentando en personas jóvenes, sin ninguna buena explicación. Pero hallazgos recientes apuntan a una paradoja inquietante: ¿podría una de esas bacterias de nuestro microbiota estar sembrando en nuestra niñez la semilla de un futuro cáncer?
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