

Históricamente, la relación entre la clase política dominante y las juventudes en Puerto Rico ha estado marcada por el paternalismo y el autoritarismo. Desde la persecución política a líderes del movimiento estudiantil, a la eliminación de la obligación legal a inscribir nuevos electores durante la más reciente reforma electoral, los gobiernos de turno han empleado todo tipo de estrategias para suprimir y menoscabar la participación de nosotros los jóvenes en política. Hoy por hoy, la trillada frase “es que los jóvenes no votan” o la clásica a “los jóvenes no les importa la política” podrían catalogarse como el eslogan de campaña de cualquier figura política vinculada a los dos partidos que hasta ahora se han alternado en el poder.
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