

Cada 11 de septiembre millones de personas recuerdan exactamente dónde estuvieron ese día terrible del ataque terrorista al World Trade Center en 2001. Es imposible olvidar. Ese triste recuerdo no solo se revive en mi ciudad natal de Nueva York, sino en todo el mundo. Es imposible que se borren esos detalles que van de lo horrible a lo solemne. Recordamos víctimas, familias y héroes que pagaron el costo de un fuego que derivó en el cobro de más vidas. En días como estos, debemos recordar la entereza de la lección: el duelo no puede ser excusa para deshumanizar.
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