


En el 1989, después que un francés removió un órgano de la cavidad abdominal utilizando varias pequeñas incisiones en el vientre, en este caso la vesícula biliar, ocurrió una explosión terapéutica en el manejo de la mayoría de las condiciones quirúrgicas de adultos y niños en el mundo. La técnica de laparoscopia, cuando del abdomen se trata, o toracoscopía cuando la cavidad torácica es la afectada, consiste en introducir varias cánulas de 3, 5 o 10 mm en estas cavidades. Se insufla bióxido de carbono para crear un espacio de trabajo y usando una cámara de video por una de las cánulas se trasmite la imagen del interior del cuerpo a un monitor de alta resolución. A través de estas cánulas se pasan diferentes instrumentos como disectores, cauterio, grapadoras y selladores vasculares que hacen el mismo trabajo quirúrgico que cuando estas cavidades se abrían con incisiones grandes. Las ventajas inmediatas fueron que el dolor de la operación se redujo significativamente, la recuperación del paciente fue dramática y la estadía hospitalaria disminuyó.

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