

Unas situaciones de salud me han alejado durante un tiempo de la publicación de mis columnas en este diario todos los primeros y terceros sábados del mes. Afortunadamente, luego de pasar por médicos, hospitales y laboratorios, el tenor de mi cotidianidad ha cambiado para lo mejor y mi recuperación va en la dirección correcta. No obstante, las molestias llenas de ansiedad que me llevaron a una sala de emergencia, a llamar infructuosamente a una media docena de especialistas, prácticamente incapacitados para atender emergencias por el volumen de pacientes a los que deben servir y, posteriormente, el paso por centros clínicos y hospitales, me llevó a confrontar de manera directa la realidad difícil de los ciudadanos de nuestro país.
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