Los puertorriqueños y puertorriqueñas que no nos tememos a nosotros mismos sabíamos hace años, mucho antes que todos los demás, ciertamente mucho antes de que se hiciera evidente durante la última década, que nuestro país vivía en una burbuja. Sabíamos que el desarrollo económico del que disfrutamos por cuatro décadas nunca tuvo bases reales y que era un espejismo creado por Estados Unidos para exhibirnos por el mundo, como las personas que les ponen lacitos a sus perros para pasearlos orgullosos los domingos y presumir así de su buen gusto.
Los puertorriqueños y puertorriqueñas que no nos tememos a nosotros mismos sabíamos hace años, mucho antes que todos los demás, ciertamente mucho antes de que se hiciera evidente durante la última década, que nuestro país vivía en una burbuja. Sabíamos que el desarrollo económico del que disfrutamos por cuatro décadas nunca tuvo bases reales y que era un espejismo creado por Estados Unidos para exhibirnos por el mundo, como las personas que les ponen lacitos a sus perros para pasearlos orgullosos los domingos y presumir así de su buen gusto.