

Mi ánimo no es abonar a la cultura del desacuerdo que padecemos. El proyecto de Ley 184 es un esfuerzo legislativo bien intencionado; aunque fallido, su intención es liberal, atenta contra el profundo conservadurismo de nuestra sociedad: Si no hubiera sido por la legitimación del matrimonio entre parejas de un mismo sexo como “law of the land”, bajo la decisión del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, todavía estaríamos pensando que un matrimonio entre homosexuales es fundamentalmente “pecaminoso” y “contranatural”. El Papa Francisco, ese baluarte del liberalismo cristiano, nos habla de “aceptar” la homosexualidad y ser “compasivos” con los homosexuales. De ahí no pasa.
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