Estar vivo es una condición mortal como le dije antes de ayer, y ayer. Y morir, que es algo que nadie quiere, es un verbo irregular que, como la muerte, se las trae (¡y nos lleva para nunca más volver!). ¿Por qué muero y no moro? ¿Por qué alguien que fallece está muerto y no morto? ¿A qué se deben estos cambios en la conjugación de este verbo tan temido? Usted, que está vivo, lee Bocadillos y es un hablante competente, puede conjugar los verbos regulares como vivir sin ningún problema, pues todos siguen un “patrón” regular prácticamente idéntico que “vive” en su mente. Sin embargo, morir, aunque es lo más natural, es irregular y hay que aprenderlo en la escuela. Estas irregularidades muchas veces responden a razones históricas y a la evolución de las vocales del latín al español. En los casos de los verbos que diptongan como morir, la [o] pasó a [ue]. Estos cambios ocurrieron en contextos determinados, en un conjunto reducido de verbos (por eso los podemos memorizar). De ahí que de [morir] pase a [muéro] y no a [moro]. Ojo: la diptongación es sistemática pues ocurre cuando el acento recae en [mué], que es el pedacito con significado. La diptongación de los verbos “irregulares” ocurre de forma “regular” como en contar, poder, colgar, doler, llover...
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