Ambas conviven felizmente en lengua oral, pero la original es ARMATOSTE. ¿De dónde viene tan “intimidante” voz? Le cuento. Sabemos que de la etimología remota es que podemos aprender, como dice Roberts, el significado “más prístino” de una palabra. ¿Armatoste? Pues este chico tiene una trayectoria evolutiva muy interesante y curiosa. En el Tesoro de Nebrija se define como “aparato con que se armaban antiguamente las ballestas”, y nos aclara que es hijo directo del catalán antiguo armatost. Corominas añade que se trata del compuesto del verbo armar y el adverbio tost que significa ‘pronto’. Es decir que el armatoste original le facilitaba al guerrero el acto de armar la ballesta rapidito. El asunto es que con la llegada de las armas de fuego, las ballestas quedaron relegadas como objetos anticuados, inservibles y sin utilidad. Con el tiempo, armatoste pasó a designar “un enser viejo y embarazoso” según el Diccionario de Autoridades. ¡Pero la historia no acaba aquí! Con este “nuevo significado” armatoste se las agenció para regresar como vocablo al catalán moderno, de donde había sido desechado por anticuado. Como el hijo pródigo, armatoste “regresó” a su casa catalana, donde fue recibida con regocijo, en lo que Corominas cataloga como un interesante ejemplo de “migración verbal en zig zag”. Ya ve. Desaparecieron las ballestas y se transformaron los armatostes. ¿Y armaStote? Pues una linda y oportuna metátesis por eufonía. ¡Tenga buen día!Profabocadillos@gmail.com
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